martes, 23 de julio de 2019

LA IMAGEN DE VOX


En estos tiempos de promiscuidad conseguida, no había visto un caso semejante al que estos ojos cansados de tanto ver han presenciado.
Permítanme que les cuente lo que no solo mis ojos presenciaron, sino tambien lo que mis orejas han oído, plantado en mi cómodo sillón frente a la pantalla panorámica de mi televisión.
--¿Qué ha visto, qué ha visto?
Pues que los de Vox tienen un problema mayor, del que se derivan multitud de contratiempos menores:
Su líder, Santiago Abascal, que en estos tiempos en los que la imagen y el verbo anteceden a las ideas que se prediquen, carece del nervio oratorio y de la prestancia física exigibles ahora, cuando importa más la imagen y el tono de voz de quien habla que lo que diga.
Entonces, ¿si lo que digan los políticos no importa, por qué no paran de hablar?
--Es la vieja técnica que los sacamuelas empleaban. No dejaban de hablar para que los pacientes se descuidaran y olvidaran la carnicería que le iban a hacer.
La politica, siempre y mucho más en estos tiempos de la imagen y el sonido, tiene por objetivo ganar voluntades ajenas y es más fácil hacerlo conectando emociones que sintonizando ideas.
--Y, entonces, ¿por qué un mamarracho como Pablo Iglesias mueve a la chusma?
--Es la estética de lo feo que analizó Carlos Bousoño y explica las emociones que desencadena un cantinflas desaliñado frente a sus enemigos, todos ellos apuestos y con sus esqueletos embutidos en trajes hechos a medida.
¿Debe entonces Abascal dar paso a otro dirigente para que Vox prospere?
--O hacerse la cirugía estética y buscar un asesor de imagen que adecue su indumentaria a la adustez de su figura.