miércoles, 14 de octubre de 2015

LOS DESAHUCIOS



Todos los gobiernos, y en particular los de ésta España nuestra, tienen un objetivo fundamental en sus gestiones: demostrar a los ciudadanos que son imprescindibles para la buena marcha de la sociedad.
Por eso enconan las relaciones entre ciudadanos cuando quieren mediar entre litigantes, uno de los cuales incumple el acuerdo que, voluntariamente, contrajeron.
Por ejemplo, los desahucios.
El origen de los desahucios es, siempre, el incumplimiento de las condiciones del acuerdo que las dos partes aceptaron y en que una se comprometía a proporcionar  una cantidad de dinero y la otra a devolverlo en los plazos acordados.
Si el prestamista, generalmente un banco, no entrega puntualmente el dinero, incumpliría la parte del contrato que lo obligaba a hacerlo.
Si el prestatario no devuelve en los plazos acordados la parte del préstamo recibido, según lo concertado, incumpliría el contrato y tendría que responder con los bienes de que sea propietario (generalmente la finca o piso para cuya adquisición obtuvo el préstamo).
El prestamista, por lo general, embarga lo que se acordó como garantía del préstamo y, si la finca o piso adquiridos fuera la única propiedad embargable, gestionaría el desahucio y recuperaría parte del préstamo.
¿Y si el prestatario deja de pagar por causa de fuerza mayor, como pérdida del empleo, enfermedad imprevista o muerte repentina?
Si no estuvieran especificadas en el contrato como eximentes del pago comprometido, el prestamista no estaría obligado a tenerlas en cuenta y tendría derecho a iniciar el proceso legal de desahucio.
Los gobiernos, para justificar su injustificable intromisión en pleitos entre ciudadanos, se entromete aduciendo que el de los desahucios es un problema social.
Falso, es un problema entre particulares centenares de miles de veces repetido.
Entonces, ¿que hay que hacer para evitar que lo echen a uno de la casa donde vive?
Tener cuidadito para no comprometerse legalmente a pagar lo que no tengas garantía de que puedes pagarlo.
En definitiva, que deberían contratar créditos hipotecarios solamente quienes no lo necesiten.