sábado, 16 de diciembre de 2017

ICETA

Algo o alguien tan ambiguo que su aspecto físico difiera de su sentimiento intimo es arriesgado, por lo que debería evitarse emitir un juicio apresurado sobre sus promesas.
¿Y si lo que dice que va a hacer contradice también a lo que hará?
Me refiero a Miquel Iceta, el barcelonés de apellido guipuzcoano que parece empleado de abarrotería y se siente tía solterona que todavía confía en que le salga pretendiente.
Por los mítines electorales anda Miquel con todas sus contradicciones a cuestas: dice que quiere impedir que los secesionistas catalanes vuelvan a intentar separar a Cataluña de España, pero se desvive por aventar al olvido del perdón su fracasado delito separatista.
Adivinar las intenciones de una persona cuyo sentimiento personal coincida con su aspecto físico es complicado.
En el caso de Iceta roza lo imposible: ¿Quiere engendrar o quiere concebir una Cataluña independiente de España?
¿Aspira a ser el Padre de la Patria Catalana o la mismísima Madre Patria de los catalanes?

Mejor ni siquiera preguntárselo al interesado. Podría decir lo que una de las personalidades de su cuerpo alberga, en contradicción con lo que le gustaría a su otra personalidad.