viernes, 26 de enero de 2018

FRENTE POPULAR EN MADRID

Que hay ocasiones en las que la ignorancia es mejor que el conocimiento es una verdad axiomática, que es tanto como irrebatible, incuestionable, indiscutible.
Por eso hay personas sensibles, como su servidor, que se resisten tanto a conocer lo desconocido como el poeta se negaba a ver la sangre de Ignacio sobre la arena.
”¿Y qué quiere usted ignorar porque le asusta saberlo?”
Que lo que en 1975 terminó porque se murió el que había ganado una guerra civil en España, solo era el preludio de la revancha de los perdedores del pasado, para ser los vencedores del futuro.
Dicen que la cosa de aquel entonces empezó cuando, a los menos revolucionarios que gobernaban España en 1934,  se les sublevaron en Asturias y Cataluña los más revolucionarios, que acabaron sometidos y derrotados por la fuerza.
Los revolucionarios perdedores de aquel entonces llegaron a la conclusión de que las diferencias ideológicas y tácticas eran un estorbo para conseguir el logro supremo de la política que es la conquista del poder, así que formaron un llamado “frente popular” que pospusiera las diferencias ideológicas hasta después de lograr el poder.
¿Y qué tiene que ver lo de entonces con lo de ahora?
Pues que ahora mandan en la alcaldía de Madrid los rojos de Podemos y los rosáceos del Partido Socialista y, como son rojos pero no tontos, saben que podrían tener que ceder el mando a los del Partido Popular o a Ciudadanos, más social demócratas que conservadores, pero de derechas en comparación con los de Podemos, que están mandando.
Por eso, el mandamás de los socialistas madrileños, José Manuel Franco (ojo al apellido) ha propuesto que los rojos de las distintas tonalidades arrinconen sus triviales diferencias hasta frenar las aspiraciones de los más derechistas, o menos izquierdistas, del Parido Popular y Ciudadanos.
¿Y si se salen con la suya, qué cabrá esperar para el futuro?
Pues que su frente popular madrileño se amplíe a toda la nación en las próximas elecciones generales para que, inevitablemente, la historia se repita y España vuelva a empezar.

La Historia de España, la noria de canjilones que hace girar el pueblo, ese burro de ojos tapados para que ignore que no deja de andar sin avanzar.