miércoles, 25 de marzo de 2015

ANDALUCIA VUELVE A SER ANDALUCIA



Ha llovido con parsimonia sobre la tierra sedienta y un sol rutilante abrillanta el verde resucitado de los campos de Andalucía.
Ya granan los cereales y revientan los primeros azahares en los naranjos, todavía decorados con las suculentas bolas de las naranjas en sazón.
Desde las lomas en las que estallan las yemas de las hasta ahora escuetas ramas de los álamos para hacerse hojas, la sensualidad de la caricia del aire excita el celo de los pájaros.
Trina el jilguero, arrulla la tórtola, alborota el gorrión, piropea el alondro a la alondra y las primeras codornices recién llegadas de África sortean los tallos de los trigos para la cita de la que nacerá la primera de sus nidadas.
Bajan tumultuosas las aguas de los arroyos, secos hasta hace poco, y el cauce del Genil funde sus embarradas aguas con las del abultado Guadalquivir para, juntas, peregrinar hasta las playas de Huelva.
En las ciudades y pueblos ya están acotadas las calles por las que  pasarán los ídolos barrocos de la Semana Santa y atruena el atardecer el tumulto de clarines y tambores que acompañarán las procesiones.
Ya no hay preocupaciones en Andalucía aparte de la amenaza de la lluvia, que podría deslucir las el desfile penitencial.
La alternancia de preocupación y bienestar, como sentimientos que pautan la satisfacción humana, seguirá su ritmo eterno y los andaluces viviremos alegres y despreocupados hasta que una nueva cita electoral vuelva a recordarnos que “morire habemus”.
Mientras tanto, a disfrutar de la copiosa benevolencia del sol, el clima, los campos y el carácter consustancial a los privilegiados por vivir en Andalucía.