domingo, 6 de agosto de 2017

LOCK-OUT CONTRA HUELGA



Cada año, en unas cuantas de ocasiones, ocurre.
Coincide con el periodo tradicional del comienzo o final de las vacaciones que la gente suele emplear para irse ilusionada o volver cabreada al punto de su residencia habitual.
Para ir a donde pasaran sus vacaciones, o volver al de sus residencias, los vacacionistas usan auto propio, autobuses, trenes o aviones de las compañías que suelen forrarse con tanto ajetreo.
Con la misma asiduidad con que se repiten las vacaciones lo hace la huelga que paraliza las actividades  de desembarque o vuelo y deja a los viajeros tan apelotonados en las salas de espera como esperaban haberlo estado en las playas de su destino frustrado.
¿Por qué en cada ocasión de viajar para vacacionar se quedan los frustrados vacacionistas anclados en los aeropuertos?
Porque alguno de los gremios que hacen funcionar las actividades aeroportuarias decide declarar una huelga, seguramente por quejas legítimamente reclamadas y no atendidas por la empresa.
Y en esta cosa que llaman democracia, en la que los iguales y los opuestos pueden reclamar y deben conseguir igualdad de derechos, ¿no hay medicina contra la huelga?
No la hay, pero debería haberse legislado desde hace años algo parecido al lock-out que, traducido al español supone que el empresario tiene derecho a suspender la actividad de su empresa y despedir a sus empleados, si no se presentan al paso de lista para echar mano.