martes, 22 de septiembre de 2015

EL TUTEO



María Victoria Albertos, joven porque es guapa o guapa porque es joven, es una entrevistadora de televisión que, como muchos jóvenes guapos de ésta España iconoclasta, solo se inclina ante el ídolo de la igualdad.
Y la diosa igualdad de la España de María Victoria tiene un precepto tajante : rebajar de su pedestal a los que la vida haya colocado sobre un pedestal, en vez de subirse a su propio pedestal el que todavía no lo tenga.
La diosa igualdad de María Victoria manda nivelar por abajo y no por arriba. Es más cómodo y el resultado es el mismo.
Por eso María Victoria cuando, como locutora de televisión entrevistó al Rey de España en Lille, en la final del campeonato europeo de baloncesto, tuteó familiarmente al Rey.
En los tenebrosos tiempos anteriores a éstos luminosos de la democracia, el tuteo era privilegio reservado a quien había compartido pan o cámara con su interlocutor, al compañero o al camarada.
Democracia, así entendida, es el derecho de todos a meter cuchara en el mismo plato y a dormir todos juntos y revueltos en la misma cama.
Por eso, el esfuerzo individual que marcaba el factor diferencial en la escala social hasta ahora es ya una fórmula desfasada.
¿Para qué vas a trabajar más que los otros, si la democracia nos hace a todos iguales?
La hormiga y la cigarra, por mucho que sude al trabajar la primera y por mucho que desentone al cantar la segunda, tanto derecho tendrá a comer la primera como la segunda en una sociedad democrática.
Porque, antiguamente, la muerte nos igualaba a todos. Ahora, la democracia lo hace en vida.