Criterio es la
opinión que alguien tiene sobre algo.
Como la muerte
iguala a todos los seres vivos, los dotados de razón son capaces de formarse un
determinado criterio, que leyes excesivamente benevolentes les permiten
difundir.
¿Y si ese
alguien, como decía Cicerón, admite “nec quid consilii capiam nec quid faciam
scio”? (“no tengo ni pajolera idea de qué es esto ni para qué carajo sirve”).
Pues, en ese
caso, y para que una luz ajena ilumine su ignorancia personal, el ignorante lee,
escucha, estudia y toma prestado lo que otro le asegura que la mayor parte de
los tan ignorantes como el mismo, opinan.
Eso es un
sondeo de opinión: la suma promediada de lo que muchos igualados en ignorancia opinan
sobre el futuro, tan poco pronosticable como impredecible para todos.
¿Por qué hay
épocas cada vez mas cercanas la siguiente a la precedente en las que los
individuos se interesan particularmente por la opinión de los demás, tan
ignorantes como ellos mismos?
Porque cada vez
menudean más las elecciones, esa práctica en la que los que nada saben sobre
cómo resolver un problema creen que la mejor solución no es necesariamente la más
conveniente sino aquella en la que más ignorantes coincidan.
Así que en ésta
España que está pagando la penitencia casi diaria de acudir a unas elecciones
para compensar los cuarenta años que los españoles se libraron de ellas, les
han vuelto a pedir que escojan entre Guatemala y Guatepeor.
Prueba inequívoca
de que se equivocarán los que voten es que, ni un mes más tarde de que el nuevo
gobierno haya cobrado su primer sueldo, ya se quejará todo el mundo de que son
unos tales y unos cuales.
Y si las
elecciones, en el mejor de los casos no son ni fu ni fa, ni saciedad ni hambre,
ni virgen ni puta, ¿por qué todo el mundo se echa elecciones en todos los
paises?.
--Pues para que
nadie le pueda afear por no echarse unas elecciones.