martes, 3 de febrero de 2009

TODO TIEMPO PASADO FUE PEOR

“Felices tiempos aquellos”—añoraba Alejandro Dumas—“en que éramos tan desgraciados”.
Todo viejo que caiga en la tentación de mirar hacia atrás coincidirá en su lamento con el del maestro francés y con la sentencia de Jorge Manrique de que “cualquiera tiempo pasado fue mejor”.
Seguramente, los tiempos pasados no fueron mejores que los del presente, pero la añoranza de la ilusión y de la juventud perdidas los idealiza al compararlos con el pesimismo de la senectud de hoy.
El estado de ánimo del que, desde su decadencia presente recuerda el vigor de su pasado, minimiza las tribulaciones de su juventud y agiganta las de su madurez.
Si coteja los sinsabores que le toca vivir con los que conoce solamente de oídas y que fueron otros los que los padecieron, su juicio será erróneo porque la magnitud de los sufrimientos del pasado solo pudo apreciarla quien los padeciera.
Por eso, y aunque de buena fe, se equivocan los que sentencian que los sufrimientos actuales de la humanidad son mayores que los de antes.
Evidentemente, afectan ahora a más personas que antes porque de los 50 millones de habitantes de la tierra el año mil antes de Cristo, el planeta paso a 200 millones el año en que Cristo nació y la pueblan ahora 6.758 millones.
A pesar de ese brutal incremento de la población, las hambrunas que periódicamente diezmaban a la humanidad por su incapacidad de producir suficientes alimentos han desaparecido y los episodios que todavía persisten se deben a fallos en la distribución y no en la producción de comida.
Gracias a los logros de un proyecto que la Fundación Rockefeller financió en México hace 70 años, lo que se conoce por “revolución verde” acabó con el hambre en el mundo.
Escandaliza con razón al hombre de hoy el conflicto que en el Cercano Oriente no deja de causar muertes y destrucción, pero aunque el escándalo esté justificado, ni se ha agravado ni es más sangriento que el que asola a esa parte del mundo desde hace más de cuatro mil años.
Además de en Palestina, los únicos focos de guerra actualmente son los de Afganistan y Africa Central, regiones donde las guerraqs tribales han sido endémica desde el principio de la historia.
Sin falso optimismo, hay ahora menos sufrimiento en la tierra que en ningún otro momento anterior y, en términos tanto absolutos como relativos, hoy vive el hombre mucho mejor que en cualquier otro momento del pasado.
No es para sentirse satisfecho pero insistir en que cualquier tiempo pasado fue mejor es, afortunadamente, falso.