sábado, 6 de mayo de 2017

GUERRA CONTRA NEPAL

Hay que encontrar la fórmula mágica que ponga fin de una vez por todas  al mal endémico de España: el guerracivilismo dialéctico o armado de los españoles.
Como la mancha de una mora con otra verde se quita, hay que descubrir o inventar un enemigo exterior cuya derrota sea prioritaria a la de acabar con el adversario interior.
En concreto: hay que convencer a los españoles de que algún pueblo lejano es un enemigo contra el que luchar y derrotar antes de hacer frente al enemigo interior, los otros españoles.
Encontrar esa aguja en el inmenso pajar que es el mundo es el primer paso.
Debe ser un país que:
a) Esté lo más alejado posible de España
b) Sea manifiestamente más débil que España.
c) Sus ejércitos tengan que derrotar al mayor número posible de ejércitos que se le interpongan antes de llegar a la frontera española.
Si no fuera porque tienen armas nucleares de las que España carece, Corea del Norte cumpliría todos los requisitos.
Descartada Corea, Nepal sería un enemigo aceptable al que los españoles declaren la guerra.
En su ruta hacia España, el ejército nepalí tendria que atravesar y derrotar a los ejércitos de Afganistán, Irán, e Irak, desde donde tendría que decidir si tirar para el norte y encontrarse con Rumanía, Bulgaria, Hungría, algunas de las antiguas republicas yugoslavas y, sobre todo, Italia y Francia.
Cuando por fin llegaran a la frontera noreste de España por Cataluña, si consiguieran llegar, la Generalitat los internaría a mesa puesta hasta que aprendieran su lengua provenzal.
Peor les iría si desde Irak toman la ruta que los llevaría a Egipto, Libia, Túnez, Argelia y Marruecos para toparse con el Estrecho de Gibraltar.
Los nepalíes, que están acostumbrados al yak como animal de carga y transporte, ¿cuánto tiempo tardarían, si lo consiguieran, en dominar la técnica de las pateras para saltar a España?.

Conclusión: para librarnos de las disensiones y guerras internas, los españoles deben declararle la guerra a Nepal.