sábado, 25 de octubre de 2014

MEJOR PILLO QUE BOBO



A Mariano Rajoy nadie, que se sepa, le puso una pistola en el pecho para que aceptara ser vicepresidente del gobierno entre 2000 y 2003, año en que asumió voluntariamente, además, la secretaria general de su partido.
   Fue por su gusto también como aspiró y obtuvo la Presidencia de su partido, que suponía el reconocimiento de su capacidad para hacer todo lo que quisiera y como quisiera hacerlo.
      Y así fue cómo, en 2006, mandó que o permitió que se pagaran 705.095 euros de forma ilegal (en dinero negro) por unas obras en la sede de su partido.
   Reincidió en la misma ilegalidad dos años más tarde, cuando pagó o permitió que pagaran otros 906.347  por otras obras en el mismo edificio.
    Rajoy, ahora presidente del gobierno de España, ha despachado con una frase el chanchullo descubierto:”Esas cosas no pueden volver a pasar”.
Los contribuyentes españoles a los que se descubra que en sus declaraciones de la renta se equivocaron y, como consecuencia, pagaron menos a Hacienda de lo que deberían haber pagado, tienen en Rajoy un antecedente exculpatorio: prometer que no debería volver a pasarles lo que hicieron.
Desde que el juez que investiga al ex tesorero del Partido de Rajoy Luis Bárcenas, emitió un auto el viernes en el que revelan los pagos ilegales, están en entredicho la honestidad del ahora presidente del gobierno español o su incapacidad para dirigir un negocio más complejo que el de hacer y vender jeringos.
Hasta más grave que haber consentido o mandado hacer ilegalmente los pagos es no haberse enterado de que los hacían a sus espaldas.
Porque, para gestionar acertadamente en el enfangado mundo de los negocios y la política, más vale ser pillo que bobo.