
En
éstas rebajas de verano, el mercadeo andaluz
ha colocado el letrero de “se regala” a todo lo que en Andalucía estorba
y, en otros lugares, puede que necesiten.
Sin pagar nada, ofrecemos
en un generoso “tres por uno” tres
artículos por los que, en lugar de pagar, el que los adquiera será merecedor de
la gratitud por librarnos de ellos.
Se trata de Diego Cañamero, “El Pancetas” y Juan
Manuel Sanchez Gordillo, la trinidad redentora de los jornaleros andaluces.
El primero suele
capitanear las hordas de desocupados que invaden fincas ajenas con la esperanza
de que cuanto antes los desalojen, el de la derecha es José Manuel Sanchez
Gordillo, el inspirador de la nueva doctrina de que la tierra es de quien la
ocupa y el tercero es “El Pancetas”.
La panceta, como es bien sabido, es la carne grasienta que,
para saborearla, se coloca entre dos mitades de un bollo.
Bajo el nombre
de bacon (beicon), la panceta la colocan por ahí fuera entre dos rebanadas de
pan.
Haciendo el
honor debido a su apodo, El Pancetas se dedica preferentemente a
internacionalizar la liberación del hombre ocupando la tierra ajena.
Los catalanes,
que andan desde hace varios siglos enfrascados en reivindicar que su tierra es
suya y nada más que suya, cuentan desde ahora con la ayuda y la simpatía del
Pancetas.
Les ha ofrecido colocar
en Andalucía las urnas del referendum que no dejan a los catalanes poner en
Cataluña, ponerlas en Andalucía.
Y es que, como el
Pancetas sabe que la principal fuente de riqueza generada por la tierra es la
plusvalía resultante entre el precio de su compra y el de su venta, se prepara
ya para que los catalanes compren Andalucía.
Y me parece muy
bien, siempre que los compradores catalanes se queden también con el Pancetas y
con sus dos mosqueteros.