Los gobernantes catalanes iniciaron hace ya
demasiado tiempo una marcada deriva desde la autonomía hacia la independencia,
sin ocultar que utilizarían la primera para conseguir la segunda.
Solo el
gobierno de España se dejó engañar porque le convenía no saberlo, para evitar la adopción de medidas que podrían haberle costado votos.
La invocación
del artículo 155 de la Constitución hubiera bastado para frenar a los
independentistas y mantener la unidad territorial, como por sus cargos están
obligados.
El tiempo que el
gobierno ya ha perdido es tiempo que los independentistas han ganado.
Cuándo no
tengan que gobernar los 32.000 kilómetros cuadrados de Cataluña y los siete
millones de catalanes, ¿conservarán como superficie y población de España el
resto?