jueves, 21 de marzo de 2019

IGUALES O DIFERENTES


Los que inventaron el Estado lo hicieron para garantizar la más acuciante necesidad que en aquel momento tenían los humanos: coordinar sus voluntades, esfuerzos y medios para repeler agresiones de forasteros.
La evolución de aquel recurso ha degenerado en lo que ahora es el Estado: un insaciable devorador de recursos generados por los individuos de la comunidad en beneficio de los que administren la comunidad.
De medio para gestionar las necesidades generales el Estado ha pasado a ser el garante de satisfacer las exigencias siempre contradictorias de los individuos, el resultado de cuya suma se conoce por sociedad.
Solo con la falacia de que todos somos iguales se puede pretender despropósito semejante: si todos somos iguales, cada unidad del conjunto tiene la misma aspiración.
Por eso no hay vecino feliz que no instale la misma marca de alarma antirrobos que los demás, vacacione donde los otros y coma, vista, cague y aplauda la misma película que los demás aplaudan.
Y no hay solución para esta mimetización,
La colectivización, que es la renuncia voluntaria o forzosa a la unicidad humana, es el refugio de los que se avergüenzan de ser lo que son porque quisieran ser como son los otros, esconderse en el anonimato borreguil del rebaño.
En éstos días de manipulación mental a la que los partidos políticos nos tienen sometidos, las empresas de sondeo de opinión (o de manipulación de la opinión) saben que la soledad es el mayor castigo del individuo.
(“No es bueno que el hombre esté solo”, dicen que se justificó Dios ciando le dio  Eva a Adan para que lo trajera por el camino de la amargura).
Y los dioses de ahora son las empresas de sondeo de opinión que usan los partidos políticos  para inducir al elector a que los vote.
Y es que el hombre, del que la propaganda ha hecho pensar que es una entidad individual diferente a otras de aspecto exterior parecido, solo se siente a gusto cuando huye de su desamparo confundiéndose en la multitud.
Por eso, en esta picadora de carnes que son las elecciones democráticas, la mezcla de variedades caninas, gatunas, porcinas, y vacunas dan siempre como resultado la misma bazofia: son los que para nada concreto sirven los encargados de resolver las particulares necesidades de los demás.