Esquerra
Republicana y Junts per Catalunya son aliados en su patriotismo empeñado en que
Cataluña se independice de España de la que hasta ahora sigue siendo comunidad
autónoma.
El partido de
Carles Puigdemont, exiliado en Bélgica y que en cuanto pise territorio español
iría directamente a la cárcel, sacó más escaños que el partido de Oriol
Junqueras en las elecciones del 21 de diciembre.
Así que, si su
sentimiento patriótico prevaleciera sobre su rivalidad partidaria, los
diputados del Partido de Junqueras votarían a favor de Puigdemont para que
volviera a ser Presidente de la Comunidad.
Sin embargo,
esa posibilidad tiene un pero: que como Puigdemont anda huido y pregonado por
la justicia, lo trincarían, lo enchiquerarían y no podría personarse en Barcelona pata tomar
posesión del cargo.
A no ser que…
A no ser que,
constituido el nuevo parlamento catalán, su primera medida sea proponer, votar
y aprobar una ley que permita al Presidente de la Comunidad Autónoma jurar su
cargo por videoconferencia.
Se supone que
un gobierno prudente y avisado como es el de Mariano Rajoy tendrá prevista esa
eventualidad y adoptará las medidas para contrarrestar la maniobra.
Más que una suposición,
es una certeza que, como en todas las ocasiones en las que ha debido resolver
un conflicto, también complicará éste.
Pasará lo que
tenga que pasar pero, como diría el novillero cordobés Rafael Poyato, “hay más
probalidades que salga mal que menos probalidades que salga bien”.
Por si acaso,
en ésta Palma del Rio desde la que asisto al deshilachamiento de España, de un
tiempo a esta parte proliferan las academias de catalan, el consumo de
butifarras supera al de chorizos y la música de la Santa Espina acalla a los
jipíos del flamenco.