martes, 28 de abril de 2020

ROJOS PROCACES


Uno, en su recalcitrante inopia mental, no consigue explicarse por qué los que viven espléndidamente de defender a los trabajadores nunca tuvieron que empuñar una espiocha para ganarse la vida.
   --Hay por lo menos una docena de ellos que las pasaron canutas porque el inhumano capitalismo que explotaba a sus padres no les pagaba ni para endulzar el chupete.
--¿Con miel?
--O con melaza, azúcar moreno o sacarina.
(Antes de que se universalizara el chupete, pero después de que las penas se acallaran metiendo el pulgar o muñequillas de pan tostado en la boca, el hombre vivía en total desamparo).
   Ni siquiera había políticos que les endulzaran con falsas promesas el ansia de comer.
   --Y entonces, ¿qué?
 -- Pues que los pobres, para cambiar su vida de miseria por los esplendores de la abundancia, dedicaron a ser ricos todas sus capacidades mentales y corporales.
   -- ¿Y viven ya bien los pobres?
   --Los pobres siguen siendo pobres pero los que se ganan la vida prometiéndoles que dejarán de serlo si los votan, viven como el majarará de Kapurtala.
  -- Pero eso, ¿cómo puede ser?
--Podemos. Solo hay que ser simultáneamente maricones y rojos, como dicen que lo son los que hacen ese programa de televisión sobre sodomías y otras peculiaridades venéreas.
   --¿Venéreas?
   --De Venus, aquella diosa griega que vivía en pelotas para no perder tiempo.