Uno, en su recalcitrante inopia mental, no consigue
explicarse por qué los que viven espléndidamente de defender a los trabajadores
nunca tuvieron que empuñar una espiocha para ganarse la vida.
--Hay por lo menos
una docena de ellos que las pasaron canutas porque el inhumano capitalismo que explotaba
a sus padres no les pagaba ni para endulzar el chupete.
--¿Con miel?
--O con melaza, azúcar moreno o sacarina.
(Antes de que se universalizara el chupete, pero después de
que las penas se acallaran metiendo el pulgar o muñequillas de pan tostado en
la boca, el hombre vivía en total desamparo).
Ni siquiera había políticos
que les endulzaran con falsas promesas el ansia de comer.
--Y entonces, ¿qué?
-- Pues que los
pobres, para cambiar su vida de miseria por los esplendores de la abundancia,
dedicaron a ser ricos todas sus capacidades mentales y corporales.
-- ¿Y viven ya bien
los pobres?
--Los pobres siguen
siendo pobres pero los que se ganan la vida prometiéndoles que dejarán de serlo
si los votan, viven como el majarará de Kapurtala.
-- Pero eso, ¿cómo puede
ser?
--Podemos. Solo hay que ser simultáneamente maricones y rojos, como dicen
que lo son los que hacen ese programa de televisión sobre sodomías y otras
peculiaridades venéreas.
--¿Venéreas?
--De Venus, aquella
diosa griega que vivía en pelotas para no perder tiempo.