miércoles, 8 de marzo de 2017

GRANUJAS

Tiene este idioma español guardadas en el baúl de los recuerdos algunas palabras que no solo no han pasado de moda, sino que por su significado son las que marcan la tendencia (trending topic) contemporánea.
Granuja, sin ir más lejos.
¿Cuántos granujas por metro cuadrado hay en los parlamentos que tanto abundan hoy y que antes solo servían para aplaudir lo que dijera el único que mandaba?
(En los parlamentos nacional, autonómico, diputacional y municipal se sigue aplaudiendo al que manda, pero como el poder que antes tenía uno  ahora se ha fragmentado entre varios, cada uno aplaude a su mandamás, y no al mandamás de los contrarios).
¿Y sólo aplauden al que los mande? Casi siempre.
Hay ocasiones en las que el que los mande les ordena aplaudir también al teóricamente adversario, prueba evidente de que entre ambos están tramando un enjuague para repartirse proporcionalmente los beneficios.
El paso del tiempo ha influido, como es inevitable, en la evolución del granuja que antes se identificaba por su mirada aviesa y su porte chulesco y ahora lo hace por su mirada melíflua y su habla obsequiosa.
¿Cómo vas a pedirle su pan, que es su voto, al que le digas que le vas a pagar con lo que lo perjudique?
El cielo, la tierra y un collar para su perra le ofrece el político mendicante al elector recalcitrante.
Y después, ¿qué?
Después no es ahora y, como siempre habrá un roto para un descosido, si el primero no se deja engañar por segunda vez, sobrarán los que estén deseando ser engañados primerizos.

Además, como todos nos creemos más listos que nadie, sabemos que al otro lo engañaron por tonto y a los listos como él lo es, no los engaña nadie.