Los devotos de
una religión que se fundamenta en un dios que se rebajó a materializarse en hombre y morir como
cualquier mortal para resucitar y abrir
la puerta del Paraíso a los que crean en su Divinidad se preparan desde hace
semanase para pasear imágenes de dolor y muerte por las calles de España.
¿Por qué imágenes
del dolor y muerte de Cristo y de su Madre si lo que evidencia la divinidad de
Jesús de Nazaret es su resurrección y no su muerte?
Transforma así
esta peculiar interpretación del cristianismo de religión de gozo, esperanza y
vida eterna en una exaltación del dolor y la muerte.
Parece como si
cada pueblo adecuara sus creencias a la característica definitoria de su
carácter y que el sentimiento trágico de la vida español se hubiera contagiado
a algunos de los pueblos a los que arrastró en su herética contrarreforma
tridentina.
Sólo
parcialmente rememoran la pasión y muerte de Cristo más que su resurrección
algunos países latinoamericanos, y tibiamente Italia e Irlanda.
En Portugal,
como en el resto de los países con culturas emanadas del cristianismo, el día
más importante de la Semana Santa es el domingo de Resurrección y no, como en
España, el jueves y viernes santos.
Sólo en su
heroicidad o cobardía se sublima el español, poco dado a aceptar la rutinaria
mediocridad del dolor o el gozo cotidianos.
El dramatismo
teatral del dolor y la muerte se presta más a la exteriorización del
sentimiento español que la del sereno disfrute del bienestar rutinario
conseguido gracias a un esfuerzo constante.
Por eso,
seguramente, es por lo que los españoles del sur y del levante, que sobresalen
por sus manifestaciones de explosiones pasionales a los del resto del país, los
que con más entusiasmo y teatralidad lloran y sufren en Semana Santa.
Como
consecuencia de esa característica forma de ser española de los más apasionados
de sus habitantes, la semana de exaltación de una religión monoteísta se
asemeja a las celebraciones de las politeistas, que creen que no hay Dios único
sino que los atributos de la divinidad los comparten varios dioses.
Ha llegado a
ser así la semana santa española una especie de guerra religiosa en la que los
partidarios de cada uno de los dioses que pasean sirve para que los partidarios
de cada uno de ellos se imponga a los de los demás.
Es así la
Semana Santa Española una vuelta a la idolatría premonoteísta. Una manera de
imponerse los adoradores de un dios particular a los seguidores de los dioses
particulares de los demás.