En éstos
histéricos momentos en los que desde hace días parece que España tanto se puede
romper en pedazos como seguir entera, la gente sencilla sentimos que la
nostalgia nos acogota.
¿Qué nos
amurria, nos aplana y nos hace entrar en estado catatónico?
Ese espectáculo
catalán que las televisiones—la 5 y la 6 sobre todo—han orquestado para
amedrentar a los españoles para que, acobardados, compremos sumisamente lo que
su publicidad nos ofrezca.
La resignación
fatalista ante lo que ocurrirá es mucho más cómoda que desriñonarse para impedir
lo que pasará.
”Frater, ya lo
sabemus”, la mejor respuesta a la admonición frailuna “frater, de morire habemus”.