martes, 17 de marzo de 2015

SUSANA LA DICTADORA



Hay muy pocos ciudadanos a los que, aunque procuren y obtengan trato de favor por parte del dictador,  les gusten las dictaduras. Ni siquiera a los familiares del mandamás.
Pero, ¿cómo se detecta al dictador?
Es cierto que a todos los dictadores los incomodan los discrepantes y que, por todos los medios, intentan y consiguen que nadie los contradiga.
Pero, ¿cómo se detectan los síntomas iniciales del que tiende a ser dictador antes de que, para evitar su tiranía, haya que eliminarlo si la edad no se encarga de hacerlo?
Hay una prueba infalible, la prueba del algodón que despeja todas las dudas sobre el carácter dictatorial del que no permite que lo contradiga nadie de la familia o el país a los que someta a su dictado.
Es dictador o larva de director todo el que confunda el bienestar, el interés, y la honra de su país con su bienestar, interés y su propia honra, el que intenta mimetizar su individualidad con las de todos los individuos obligados a obedecerlo.
Como le ocurre a Susana Diaz, la presidente de la Junta de Andalucía.
En los dos debates televisados previos a las elecciones del 22 de Marzo, la dictadora andaluza se desenmascaró: todas las críticas en que el candidato del partido popular Juan Manuel Moreno Bonilla señaló como responsabilidad de Susana Diaz o su partido, la presidenta las desechó como ataques al buen nombre de Andalucía.
No era utilización dialéctica de la figura retórica conocida por sinécdoque que consiste en englobar la parte en el todo, sino la expresión del convencimiento de la presidenta de que quien la critique a ella o a su partido denigra a Andalucía.
Además de larva desarrollada de dictadora, Susana Diaz demostró su capacidad innata de exculparse a así misma y a su partido—el único que ha gobernado Andalucía—descargando toda la culpabilidad en el Partido Popular, que nunca la ha gobernado.
Hasta se le olvidó que durante 22 de los 37 años de historia de la Junta de Andalucía, los socialistas Felipe Gonzalez y Zapatero coincidieron con gobiernos socialistas  andaluces.
Bendita mala memoria de la dictadora andaluza, que de todos los males de Andalucía culpó en sus dos debates a los tres años y poco más que Mariano Rajoy, del Partido Popular, lleva gobernando España.
Y bendito Moreno Bonilla, que no cayó en la conveniencia de haberle señalado ese lapsus memoriae.