jueves, 27 de enero de 2011

SOLUCIÓN PARA QUE EL FUTBOL RECUPERE EL INTERES PERDIDO

Como hombre que es, aunque su creciente esfericidad lo disfrace, nada humano le es ajeno a Salomón Cabeza Sagaz .
Si viviera ahora y no hace 2.200 años cuando el fútbol todavía no se había inventado, Publio Terencio Africano se habría devanado los sesos, como el pasado fin de semana hizo Salomón, para incentivar el interés menguante por la Liga Española.
Salomón, a quien la mitad de sus conocidos—los que lo envidian—llaman en coña Alfonso Décimo, meditaba sobre la yema terminal y su facultad de permitir el crecimiento indefinido del rizoma monopodial cuando algo que decía El Ditero le llamó la atención.
--Que aunque pago para ver por televisión cada semana—le aclaró el Ditero—diez o doce partidos de fútbol, solo me interesan los Barcelona-Real Madrid.
En la siguiente tertulia, Alfonso Décimo aportó la solución al gravísimo problema que El Ditero había suscitado:
--Es de la máxima urgencia—propuso—un gran acuerdo nacional de las fuerzas políticas, sindicales, gastronómicas y deportivas para consensuar un sistema de handicaps que devuelva el interés que el fútbol ha perdido.
Como estaba improvisando sobre la marcha, y aunque su talento pese más que las nueve arrobas de su cuerpo, lo que sugirió Alfonso Décimo, más o menos es que:
--Son los clubes de mayor poder económico los que tienen equipos con más seguidores.
-- El diferencial de capacidad económica de los clubes tiende fatalmente a aumentar.
--Mientras más acentuado sea ese diferencial, mayor será el desinterés de los aficionados por los equipos menos poderosos.
--Si no se introducen medidas correctoras con urgencia, las competiciones de futbol en España se limitarán a los partidos entre el Real Madrid y el Barcelona.
--Si eso llegara a ocurrir, sería una amenaza mayor para la supervivencia de España que la deuda soberana, la corrupción política, la economía sostenible con cargo a los presupuestos del estado o la disgregación territorial, ya que el fútbol es el mayor aglutinador del ser español.
Se propone un sistema de hándicap para las competiciones futboleras.
Por ejemplo:
Si el Almería y el Barcelona volvieran a enfrentarse, y teniendo en cuenta que los dos últimos encuentros arrojaron un resultado global favorable al Barcelona de 13-0, una victoria barcelonista por 6-0 le supondría un punto, tres puntos si gana por siete o más goles de diferencia y, una derrota por cinco o menos goles de diferencia daría los puntos al Almería.
Hay otras posibilidades: que según la tabla de handicaps acordada antes del comienzo de cada competición, los equipos alieneen más o menos futbolistas que los contrincantes a los que se enfrenten.

lunes, 24 de enero de 2011

EL PP Y EL SINDROME MOCTEZUMA

Palma del Río, donde el Partido Socialista gana siempre las elecciones, es un pueblo de 21.000 habitantes de la Vega del Guadalquivir en el que se disputará una parte de la contienda electoral que en Mayo trazará la nueva realidad política de España.
Dice David Bohm que cada parte de la realidad contiene la realidad completa así que la realidad electoral de Palma del Río podría reflejar la realidad electoral de la totalidad de España.
Sin el prestigio científico de Bohm, el Dalai Lama sostiene en su libro “The Universe in a single atome” la teoría que su título sugiere: que la mecánica del universo es similar a la de cada uno de sus átomos.
Coinciden con Hermes Trimegisto, al que se identifica con el dios egipcio Tot, en que por el estudio de una parte se puede conocer el todo.
Veamos, pues, lo que ha pasado en Palma del Río para pronosticar lo que, en las elecciones de Mayo, pasará en España:
Desde que se enviciaron los españoles en votar, los de Palma del Río han confiado tozudamente la gestión de su ayuntamiento al Partido Socialista.
Aunque mal no lo hayan hecho, parecía que en Mayo se verían arrastrados, por contagio o simpatía, en la debacle que se vaticina para sus correligionarios del resto del país.
Como en esa España que se extiende al norte del Guadalquivir, los del Partido Popular de Palma del Río han dejado que el Partido Socialista pierda las elecciones para ganarlas ellos.
Pero los del Partido Popular deben sufrir el síndrome Moctezuma por el que ha de entregar el poder a Quetzalcoatl.
Moctezuma confundió al extremeño Hernando Cortés, de rasgos caucásicos y con la cara cubierta de abundante vellosidad, con el dios Quetzalcoatl, la serpiente emplumada de la cosmogonía azteca al que la mitología representaba blanco y barbado.
El emperador de Tenochtitlan sabía que, fatalmente, tendría que devolver al Quetzalcoatl reencarnado en Cortés el poder del que era simple depositario.
En Palma del Río, el Partido Popular sabe que el papel que los dioses le han asignado en la representación de la comedia electoral es el de la oposición, y quizás por eso—o puede que por culpa de eso— la política es para ellos solo una distracción que no entorpece la tarea profesional con la que se ganan la vida.
Los del PSOE, sin embargo, tienen la política como actividad profesional exclusiva, de la que depende su bienestar y el de su familia.
Hay excepciones: Salvador Fuentes, conocido por aquí como El Mantecas, vendía las tortas que elaboraban en la panadería de su familia hasta que salió diputado regional del Partido Popular por Córdoba y la política pasó a ser el pan que, hasta entonces, ganaba con las tortas.
Por Palma del Río, se supone, ha debido seguir viniendo para ver a su familia pero sin inmiscuirse, entrometerse ni preocuparse de la política local. “Paula maiora canamus”, debió decir como Virgilio: “cantemos a cosas más distinguidas”, por lo que dedicó sus desvelos al Parlamento de Sevilla y se olvidó de los electores de su pueblo
Pero la habilidad excepcional del socialista Rodríguez Zapatero para meter la pata y enemistarse hasta con sus más leales partidarios abrió la inesperada posibilidad de que el Partido Socialista perdiera las elecciones municipales en Palma del Río.
En Córdoba, Sevilla y hasta en Madrid debieron pensar los del Partido Popular que esa oportunidad única de arrebatar al Psoe un feudo en el que no los dejaba meter cuchara no podían desaprovecharla. Se acordaron de que nunca habían visitado a sus correligionarios del pueblo, ni siquiera para que no se desanimaran por el desamparo en que los dejaban derrota tras derrota.
El Manteca, que es el funcionario que más alto ha llegado en la jerarquía del Partido Popular, olió poder, quiso apuntarse el éxito previsible, urdió su trama y metió la pata.
Sin consideración al esfuerzo de los que, por afición, habían mantenido a duras penas la bandera del Partido Popular durante años, maniobró para impedir que la candidatura de mayo la encabece el todavía portavoz municipal e impuso a un desconocido no afiliado que dimitió como respuesta a la repulsa que provocó su nombramiento.
El Mantecas se ha visto obligado a encabezar la candidatura de la que privó al representante electo por los afiliados locales al Partido Popular, tras haber renunciado a ella su apadrinado.
El resultado es previsible: el próximo Mayo, si el jefe supremo de los socialistas, José Luis Rodríguez Zapatero, no se supera a sí mismo como metepatas, el PSOE seguirá ganando las elecciones en Palma del Río.
Y el PP, que sin comerlo ni beberlo parecía que iba a ganar, seguirá en la oposición.

viernes, 14 de enero de 2011

AÑORANDO YA A ZAPATERO

Se antoja una eternidad el tiempo que falta para que descubramos que el gobierno de Mariano Rajoy es todavía peor que el de José Luis Rodríguez Zapatero.
Es una fatalidad axiomática en este sistema de desgobierno que los españoles se infligieron como penitencia contra el mayor engaño de su dictador: la muerte del que, como a Caudillo por la Gracia de Dios, le hubiera correspondido la inmortalidad.
Felipe González hizo bueno a Adolfo Suárez, José María Aznar a González y José Luis Rodríguez Zapatero a Aznar.
Leopoldo Calvo Sotelo, que aparte de embridar a los díscolos militares españoles metiéndolos en la OTAN para que se distraigan fuera y dejen de enredar dentro, hizo poco más en sus 20 meses de presidente, ni tuvo ocasión de hacer bueno a su antecesor ni su sucesor pudo hacerlo malo.
Cuando Suárez, González y Aznar perdieron el poder los españoles suspiraron de alivio y a duras penas contienen el suspiro que exhalarán cuando se vaya Zapatero.
Algo raro pasa aquí: ni todos los presidentes de la llamada democracia pudieron ser tan malos ni los españoles tan díscolos para ser gobernados porque en tres mil años de historia aclamaron a reyes degenerados, a favoritos venales, a inquisidores sanguinarios y a dictadores taimados.
¿Y si no son malos los presidentes de gobierno elegidos desde 1978, sino que son los españoles los que no saben elegir?
Antes de meterse en un nuevo embrollo electoral debería despejarse esa duda, para no seguir perdiendo el tiempo.
Indicios hay suficientes para que, en su propio provecho, se impida a los españoles escoger a sus gobernantes.
¿Cuándo ha gobernado mejor Zapatero que desde Mayo pasado? ¿Y qué pasó en Mayo para que Zapatero, que hasta entonces no había dado una a derechas, haya dejado de meter la pata?
Que dejó de mandar como presidente elegido por los españoles y comenzó a obedecer como comparsa dirigido por los extranjeros.
Bienaventurados los pueblos que, como los individuos, aprenden de sus errores. No han pagado mayor precio los españoles que el que les han cobrado por la falacia de que están capacitados para autogobernarse.
Son los españoles buenos vasallos que necesitan un buen señor, como demostraron al servir a la casa de Habsburgo hasta 1712 y a la de Borbón-Francia desde entonces.
El mayor servicio que Zapatero podría prestar a España, antes de que los españoles empiecen a echarlo de menos porque los gobierne Rajoy, sería convencer a su amigo Barack Obama, con quien comparte responsabilidad galáctica, para que los Estados Unidos acepten a España como su estado número 51.
Galicia está de Nueva York a solo poco más de 1.500 kilómetros más que Hawaii de California. Hora y media de vuelo. Una miseria. Seguro que los españoles obedecerán más a gusto al Obama de turno que al Sarkozy o la Merkel que corresponda.

sábado, 1 de enero de 2011

LA FIERA NATURALEZA

La naturaleza es como la cordera que Silverio Franconetti crió en su rebaño: se volvió fiera de tanto acariciarla.
La gente de Écija, Lora del Río y Palma del Río, que oyeron ya en sus cunas la letra de la serrana de Silverio, necesitan un responsable de las inundaciones que desde hace dos años los arruinan.
Temen que la culpa de que Genil y Guadalquivir, tan apacibles y moderados de ordinario, se desmelenen año sí y año también, sea de los ecolojetas.
Esta es tierra de gente que piensa y medita porque, sin gran esfuerzo físico, se obtiene mucho prestigio.
Pensar, sin embargo, no es coser y cantar: requiere tiempo, serenidad y digestiones sosegadas por lo que la sospecha de que los ecolojetas sean culpables de las riadas no es, por ahora, más que un barrunto.
Algún Averroes o Séneca formulará algún día de manera incontrovertible la teoría que todavía sólo es pálpito: que si el hombre sirve a la Naturaleza en vez de servirse de ella, tiene que aceptar sus caprichos y su tiranía.
Por una vez en su vida, sin embargo, el filósofo que ha de sustanciar la relación entre el mimo del hombre a la Naturaleza y el pago que recibe el ser humano debería apresurarse, porque hay impacientes dispuestos a llevar a la práctica lo que solo son por ahora teorías.
Dicen que, cuando Genil y Guadalquivir recibían sin depurar las aguas residuales de las poblaciones por las que discurren, se desbordaban cada cinco o seis años pero que, desde que las depuradoras funcionan, se salen de madre cada año, y en más de una ocasión.
Recuerdan que cuando se podían usar toda clase de herbicidas, insecticidas y abonos, el hombre y la Naturaleza convivían razonablemente, lo que acabó al prohibirse los considerados excesivamente contaminantes.
Tarajes, zarzamoras y yerbajos de las orillas de los ríos, que tanto gustan a los ecolojetas, puede que sean las primeras víctimas de este movimiento insurreccional en ciernes. Los que quieren arrancarlos dicen que serán muy bonitos, pero que sus raíces y ramas estorban y frenan el curso.
Como en toda reacción popular de descontento, en la de los afectados por las inundaciones hay también radicales: exigen que se premie al que más contamine, que se defina el progreso como “la capacidad de transformar la naturaleza” y, desde luego, que se prohíba la exhibición de películas de Walt Disney.
Dicen que esas películas enajenan las mentes infantiles porque les hacen creer para el resto de sus vidas que los animalitos, en vez de servir para que las personas humanas se los coman con arroz, hablan y dicen tantas tonterías como las más humanas de las personas.