viernes, 5 de octubre de 2012

A LA CAPACIDAD DE SOBORNAR LLAMAN PODER

                    Es este el relato de un acontecimiento que se encuadra en la ruda simplicidad geórgica del que suda en las tareas agrícolas, y no  en las evanescentes ensoñaciones bucólicas del pastor que, mientras hacer sonar el caramillo, imagina en las nubes el rostro de la amada.
El protagonista es un chico avispado que llegó a personero (director, gerente o algo así) de la emisora en Linares de la cadena SER.
Desde esa estación de radio ayudó al gobierno socialista a convencer a los trabajadores de Santana que iban a ser despedidos por cierre de la empresa de automoción, de que eran de fiar las promesas de los políticos de buscarles nuevos empleos y compensaciones.
Tan agradecido quedó Gaspar Zarrías, secretario de estado de cooperación territorial de  Zapatero durante el conflicto de Santana, cacique socialista de Jaén y perejil para todas las salsas desde que el 27 de Mayo de 1978 los socialistas iniciaron su régimen en Andalucía.
El muchacho al que Zarrías estaba agradecido por la ayuda en el conflicto de Linares, pidió y obtuvo la concesión para la explotación de varias emisoras de radio, una de ellas en Palma del Río, su pueblo, naturalmente cedida a la cadena SER y que fiel a los intereses que defienden todas las estaciones de la red, también se inclina por todo el izquierdismo de diseño.
El concesionario, que con el tiempo sufrió la epidemia de las prejubilaciones y los despidos, regresó a su tierra, sin nada en que emplear su tiempo y su talento.
Comenzó a flirtear, o difundió que estaba flirteando con la COPE, la bicha para los izquierdosos, para cederles la explotación de su emisora local.
La infidelidad que tramaba el concesionario de la emisora llegó a oídos del alcalde, que entendió el mensaje y se apresuró a conjurar  la amenaza.
Le iba en ello que una emisora que hablaba por su boca, pasara a hablar por boca de su contrincante político.
El audaz personero de la SER en Linares debe ser un hombre al que la dura banca de la vida le ha enseñado más que los ilustrados bancos de una facultad universitaria porque, poniendo una vez más la ideología al servicio de sus intereses, llegó a un acuerdo con el alcalde:
A cambio de un salario de 48.000 euros anuales, aceptó el nombramiento de director del plan estratégico municipal, y dejó en las manos amigas y benefactoras la emisora municipal de radio.
Hay quien se extraña de que ese cargo que requiere habilidades técnicas, empresariales, de gestión, de estudio de mercados y población  largo plazo, de las tendencias futuras de la tecnología y de los bienes de consumo haya recaído en alguien que carece de ellas, de la capacidad de predecir las salidas de la actual crisis y el escenario posterior de los mercados.
Los que se extrañan son los ingenuos que creen que un político procura desde su puesto actuar en bien de todos y que el poder es la capacidad de procurar el bien general.
Ya aprenderán, aunque será demasiado tarde, que el poder es la capacidad de sobornar.