El protagonista es un chico avispado que llegó a
personero (director, gerente o algo así) de la emisora en Linares de la cadena
SER.
Desde esa estación de radio ayudó al gobierno
socialista a convencer a los trabajadores de Santana que iban a ser despedidos
por cierre de la empresa de automoción, de que eran de fiar las promesas de los
políticos de buscarles nuevos empleos y compensaciones.
Tan agradecido quedó Gaspar Zarrías, secretario de
estado de cooperación territorial de
Zapatero durante el conflicto de Santana, cacique socialista de Jaén y
perejil para todas las salsas desde que el 27 de Mayo de 1978 los socialistas iniciaron
su régimen en Andalucía.
El muchacho al que Zarrías estaba agradecido por la
ayuda en el conflicto de Linares, pidió y obtuvo la concesión para la
explotación de varias emisoras de radio, una de ellas en Palma del Río, su
pueblo, naturalmente cedida a la cadena SER y que fiel a los intereses que
defienden todas las estaciones de la red, también se inclina por todo el
izquierdismo de diseño.
El concesionario, que con el tiempo sufrió la
epidemia de las prejubilaciones y los despidos, regresó a su tierra, sin nada
en que emplear su tiempo y su talento.
Comenzó a flirtear, o difundió que estaba flirteando
con la COPE , la
bicha para los izquierdosos, para cederles la explotación de su emisora local.
La infidelidad que tramaba el concesionario de la
emisora llegó a oídos del alcalde, que entendió el mensaje y se apresuró a conjurar la amenaza.
Le iba en ello que una emisora que hablaba por su
boca, pasara a hablar por boca de su contrincante político.
El audaz personero de la SER en Linares debe ser un
hombre al que la dura banca de la vida le ha enseñado más que los ilustrados
bancos de una facultad universitaria porque, poniendo una vez más la ideología al servicio de sus intereses, llegó a un acuerdo con el alcalde:
A cambio de un salario de 48.000 euros anuales,
aceptó el nombramiento de director del plan estratégico municipal, y dejó en
las manos amigas y benefactoras la emisora municipal de radio.
Hay quien se extraña de que ese cargo que requiere
habilidades técnicas, empresariales, de gestión, de estudio de mercados y población largo plazo, de las tendencias futuras de la
tecnología y de los bienes de consumo haya recaído en alguien que carece de
ellas, de la capacidad de predecir las salidas de la actual crisis y el
escenario posterior de los mercados.
Los que se extrañan son los ingenuos que creen que
un político procura desde su puesto actuar en bien de todos y que el poder es
la capacidad de procurar el bien general.
Ya aprenderán, aunque será demasiado tarde, que el
poder es la capacidad de sobornar.