miércoles, 22 de abril de 2009

POR QUE REMENDO ZAPATERO SU GOBIERNO

Aunque en estos tiempos de crisis debería evitarse el despilfarro, parece que el responsable de conducirnos de vuelta a la prosperidad perdida no se ha enterado.
Barak Obama, el amigo del gobernante español con apellido de artesano de la lezna y la chaveta, debería haberle avisado de que “time is money” y de que, como el tiempo es oro, no debería desperdiciarlo.
Si hubiera tenido el instinto frugal que los tiempos exigen, Zapatero se habría ahorrado el 99 por ciento del tiempo y las palabras que ayer gastó en el Congreso de los Diputados, porque solamente el uno por de lo que dijo y del tiempo que empleó en decirlo merecían, si acaso, la pena.
“…la competencia de proponer al rey cambios en las personas de los ministros, así como la de configurar la estructura del gobierno, se la otorgan en exclusiva a su presidente la constitución y las leyes”, advirtió Zapatero en el segundo párrafo de su discurso, con lo que le dijo a la Cámara que los cambios en su gabinete los había hecho porque le había dado la gana.
No hubiera necesitado la conceptuosa verborrea justificativa subsiguiente, achacando a un mejor cumplimiento de lo acordado en la reunión que los países miembros del G-20 celebraron en Londres el 2 de Abril el remiendo que le hizo a su gobierno.
Por si acaso se me hubiera escapado algún matiz que justificara la justificación para el cambio aducida por Zapatero, repasé minuciosamente el texto de los 29 puntos de la declaración londinense.
O he perdido la pericia de los tiempos en que informaba sobre las Asambleas del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, cuando me ganaba la vida en esos menesteres en Washington, o Zapatero no se enteró de lo que acordó con sus colegas del g20 en Londres.
Porque Zapatero y sus compañeros de reunión en la capital inglesa, por lo que dicen en su declaración final, no apuntan nada que pueda hacer recomendable una reestructuración del Gabinete español.
Si la ha hecho Zapatero ha sido porque ha querido y porque tenía derecho a hacerla. Seguramente confía en que los nuevos ministros cumplan mejor que los sustituidos lo que de ellos espera.
Nadie le discute su derecho, pero que no haga perder el tiempo con explicaciones peregrinas a los que, en vez de ganarse las cigalas en sus ocupaciones diarias, desperdiciaron oyéndolo decir banalidades una mañana tan placentera como la del 22 de Abril, que hubieran aprovechado mejor paseando por el Retiro.