martes, 19 de mayo de 2015

HUNDIR LOS BARCOS



El dañino pacifismo al que la humanidad no deja de degenerar  es culpable de que las películas en las que muñecos mecánicos matan a otros muñecos mecánicos hayan reemplazado a aquellas en las que unos hombres mataban a otros hombres.
Al fin y al cabo, se maten muñecos o personas, matar seguirá siempre siendo el espectáculo más placentero para el que no corra peligro de que lo maten.
Lo que ya no tiene remedio es que, con tanto nefasto pacifismo, el más grandioso y dramático espectáculo, que es la guerra, sea tan extraño al hombre actual como una ecuación de segundo grado lo es para mí.
Por eso, los ignorantes se extrañan de que el objetivo militar prioritario de la coalición militar mundial contra la emigración sean los desarmados y desvencijados barcos que los traen de Africa a Europa.
Esa decisión, que para los pacifistas carece de sentido, lo tiene todo para los que la guerra nos gusta más que a un tonto una candelita.
Bombardear los barcos viejos y desarmados que los emigrantes usan para llegar a Europa es eliminar la red estratégica de transporte que el adversario invasor utiliza contra el europeo invadido.
Un suponer: si los alemanes hubieran hundido los miles de barcos en que llegaron desde Inglaterra los que viajaban en ellos, antes de que desembarcaran en Normandía, nos habríamos evitado películas tan insufribles como “Salvar al soldado Ryan”.
Tiene una ventaja todavía más evidente la operación militar europea contra los barcos que usan los emigrantes africanos: como están desarmados, no hay que temer que opongan resistencia. Si la operación falla, será solo por la mala puntería de los atacantes.

 A los estrategas europeos se les ha escapado un detalle fundamental: que se televise en vivo y en directo el heroico ataque. Serviría para elevar la moral de los europeos y disuadir a futuros y posibles emigrantes africanos.