miércoles, 17 de abril de 2013

DINERO BARATO PARA VENDERLO CAROi



 Los bancos españoles son libres para fijar el porcentaje con que gravan el dinero que prestan, pero esa libertad  les ha sido limitada por el Banco de España para decidir los intereses del dinero que compran.
    Esa distinta vara de medir para la misma mercancía se traduce en que los bancos tienen limitado a alrededor del dos por ciento anual la remuneración de los depósitos de sus clientes, pero es absoluta su libertad para cobrarles lo que quieran por el que les prestan.
   Los bancos, en cuyo favor dictó el gobierno esa medida que les es tan injustamente favorable, se quejan con la boca chica y dicen que preferirían que fuera el mercado el que impusiera el precio de las mercancías, entre ellas el dinero,
    Si crece la oferta de dinero, debería bajar el precio al que se paga y, si la oferta fuera escasa, debería aumentar el incentivo que el banco paga a los ahorradores por sus depósitos.
   Naturalmente es una posición cínica porque nadie cuerdo discute la injusticia que le favorece.
     Pero el gobierno tiene razones suficientes para contentar a los bancos, porque el trato injusto para los ahorradores es muy rentable para gobierno y banca.
   Los bancos venden el dinero por lo menos siete puntos más caro de lo que pagaron al comprarlo y los gobiernos tienen en el favor que hacen a la banca un argumento indiscutible para beneficiarse.
     ¿Cómo retribuye la banca el favor que le está haciendo el gobierno al limitar el pago de pasivo?
    Comprando Deuda del Estado, y retirando liquidez a la economía productiva de particulares y empresas.
   La deuda pública española ascendíó en 2012 a 884.416  millones de euros, el 84 por ciento del valor de todo lo que los españoles produjeron ese año. La Banca Española  había comprado deuda al Estado Español por valor de 740.000 millones de euros.
    No hay que extrañarse, a la vista de esos datos, del sombrío panorama que pronostica para el futuro el Fondo Monetario Internacional porque, tres años después de entrar en el túnel de la crisis, la salida parece cada vez más lejana.
    Se recomendó a España y su gobierno que gastaran menos e ingresaran más.
  La segunda parte la emprendió el gobierno con entusiasmo porque subió descarnadamente los impuestos.
    El ahorro que les recomendaban lo hizo recaer sobre los contribuyentes a los que les aumentó los impuestos, reduciendo los servicios públicos que se comprometía a prestarles por lo que les cobraba.
    Pero a la maquinaria burocrática, a los gastos suntuarios ,al descontrol contable no le ha puesto freno.
    Y es que los políticos se merecerán todos los insultos que se les ocurran, menos el de tontos.