Hasta que cayó el
muro que en Berlin servía de frontera entre la economía planificada que la
Unión Soviética patrocinaba y la de libre empresa apadrinada por los Estados
Unidos, era inevitable la discrepancia política entre esas dos filosofias
opuestas.
Pero en noviembre
de 1989 al muro lo derribaron los que les estorbaba para huir, la Unión
Soviética desapareció y la Rusia que renació de ella ha adoptado la filosofía
del libre comercio con el fervor de un converso.
Aquel mundo bipolar
determinaba la inevitable competencia entre los dos sistemas opuestos que
representaban.
Y, como sus inspiradores, los Estados Unidos y la Unión
Soviética eran obligados adversarios por ser aliados imposibles.
Ya son más de dos
los países que aspiran a la hegemonía, a establecer fuera de sus fronteras los
sistemas de relación social aplicados en sus territorios nacionales.
Son los nuevos
gigantes de la economía y del comercio que, como India, China, Brasil,
Indonesia, Nigeria, Japón, Alemania o Turquía aspiran a dejar de depender de
otros países para que otros países dependan de ellos.
La amenaza que los
emergentes representan para los tradicionales perjudica por igual a los hasta
hace poco hegemónicos.
Por eso están
cambiando los protagonistas de la lucha por la hegemonía y a los adversarios de
entonces podría interesarles aliarse entre ellos para frenar a los que ahora
aspiran a desplazarlos a ambos.
Antiguos
competidores se verán obligados a aliarse,
y las nuevas relaciones entre países determinarán las alianzas para que
los que tengan parecidos intereses se
unan contra los que se alían por intereses contrarios.
Los países
sometidos a los hegemónicos eran los que disponían de abundantes materias
primas y de mano de obra barata y carecían de capital y tecnologías para
explotarlas.
La difusión del
conocimiento facilitada por la caída de barreras geográficas, el acceso general
a tecnologías de vanguardia impulsado por las universalización de las
comunicaciones y la fluidez en la circulación internacional de capitales han sido determinantes para que el mundo de
hoy sea diferente al de ayer.
Y en un mundo con
individuos diferentes, las relaciones personales y las que unos países
sostienen con otros tienen que ser, necesariamente, distintas.