viernes, 10 de marzo de 2017

MUERTO EL PERRO ¿SE ACABO LA RABIA?¡

Llevan los rojos españoles alborotados medio siglo porque, por muchas estatuas, nombres de calles y plazas que les recuerden a Franco quiten, descubren que todavía les quedan más sin quitar.
¡Con lo fácil que habría sido impedirle a Franco que diera su nombre a esas calles, plazas y monumentos!
Esta manía sistemática propia de los iconoclastas bizantinos no puede terminar bien, porque aquellos iconos que se salvaron de la quema son ahora, siglos después, ansiadas piezas de colección.
La destrucción de las imágenes sagradas bizantinas, como la eliminación de rastros del ahora denostado franquismo, acabará en el futuro prestigiando a Franco.
Cosas de estos rojos peculiares que son los rojos españoles que podrían haber cortado orejas y dado la vuelta al ruedo si, cuando terminó la presencia en éste mundo del Caudillo,  hubieran suspirado de alivio porque muerto el perro se acabó la rabia.

Prefirieron la heroica hazaña de dedicarse para in aeternum a darle grandes lanzadas al moro muerto.