Si bien se mira,
el de Ciudadanos es el partido que debería suceder en el gobierno de Andalucía
a los socialistas, que ya gobernaban cuando una trirreme fenicia encalló en la
costa de lo que ahora es Granada.
Sin su alianza
política con el partido de Susana Díaz en la última legislatura, los
socialistas habrían mandado en Andalucía per in secula seculorum.
Es innegable que
los de Ciudadanos fueron determinantes para quitarles a los socialistas el
poder que habían usufructuado desde que se murió el que creíamos inmortal.
Hasta los del
Partido Popular deberían admitirlo: media vida llevaban dejándose ganar por los
socialistas y, si no hubiera sido porque Susana Diaz se equivocó al asociarse
con Ciudadanos, seguirían resignados en la oposición.
Que los de Ciudadanos
que no ganaron las elecciones gobiernen Andalucía es congruente con lo que es
normal en el resto de España:
a) En Cataluña
ganaron las elecciones los de Ciudadanos y no gobiernan.
b) En España
gobierna Pedro Sanchez, sin ni siquiera haberse presentado a las elecciones
cuyo ganador aspira a presidir el gobierno.
Hay que conceder
que esas anomalías aparentes son habituales en España.
Franco, que estuvo
gobernado 40 años, no necesitó ser candidato ni ganar elecciones.