Los
blogueros que no cobramos por lo que publicamos (porque lo que escribimos no
valga nada o porque a nadie le sea rentable lo que escribimos), formamos una
masonería ácrata y no férreamente jerarquizada como la tradicional.
Damos opinión y consejo sobre todo lo
opinable, siempre de manera desinteresada y siguiendo el ejemplo del maestro
Quiñones, el que no sabia leer y daba lecciones.
Reflejamos en nuestros comentarios las
preocupaciones generales y, como parece que a la gente le intriga y casi preocupa
qué los políticos sean, en proporción a su número, el gremio que más infringe la
ley (salvo el de los ladrones profesionales reconocidos) aclaremos la razón:
Robar es tan malo como dar limosna es bueno
por lo que si el compendio de todo lo bueno es Dios y el de todo lo malo el
Diablo, robar debe ser una actividad de inspiración diabólica.
Interpretar al Demonio es sencillo: basta
con que miremos desapasionadamente (introspección lo llaman los redichos) a la parte
diabólica de nuestra alma que, junto a la angelical, todos tenemos.
Lo que más llama la atención es que lo malo
que llevamos dentro es más entretenido que lo bueno.
Descubriremos además estudiando la parte
diabólica de nuestra alma que la tentación al mal es más acuciante que la
inclinación al bien y que el Demonio no pierde su tiempo atrayendo a su culto a
los malos sino a los buenos, cuya demonización estimule el cambio de los que se
debaten entre el bien y el mal.
El Demonio, que además de malo es listo,
está más interesado en atraer al que parezca bueno que al que parezca malo y en
sumar a su nómina a los más conocidos, para que influyan en los anónimos
dubitativos.
¿Qué mejores apóstoles hay de la
conveniencia de cambiar el culto a Dios por la adoración al Diablo que los políticos?
Excepto José María Aznar, todos los
políticos españoles tienen apariencia angelical y, por muy malos que sean,
seguirán pareciendo buenos.
Todos ellos, por su posición social
privilegiada, por su constante exposición a la curiosidad pública y por su
permanente alusión a que súnico interés es el bien general los hace presas preferentes para el Demonio.
Aclarada, pues, la causa de que el político
sea el gremio con peor fama en España. Están endemoniados.