miércoles, 11 de noviembre de 2020

EL LIO

 

Nos han metido en un lío: con lo bien que nos fue obedeciendo al que mandaba porque nos castigaba si no lo hiciéramos,  nos dijeron que nosotros mismos deberíamos decidir quien nos mande.

   Se formó el lío que cada vez se enreda más: engatusados con eso de que todos somos capaces de mandar, ni los más tontos se resignan a seguir siéndolo porque todos son tan iguales para obedecer como para mandar. 

   Nos engañaron a los que estábamos destinados a obedecer: nos convencieron de que todos somos iguales y, ya engatusados por esa aberración, todos quisimos ser el que manda y ninguno el que obedece.

      Se cargaron siglos de sabiduría popular, resumida en el axioma (verdad que no precisa ser demostrada) de que "el que buen carajo tiene, seguro va y seguro viene".

    Los observadores, que son esos individuos que miran con tanta atención que parecen mochuelos porque ni parpadean, apuntan que es propio en la naturaleza humana que el que manda considere enemigo al que se atreva a poner en duda su capacidad de mandar.

  -- ¿Y qué se puede hacer?

  --Pues lo que se ha hecho en ocasiones parecidas desde que el primer descontento por obedecer se libró del que mandaba: cargárselo.

    --Pero matar es un crimen.

     --Cargárselo no solo quiere decir matarlo, aunque tampoco habría que descartarlo. Para cargarse al que mande basta quitarle el poder y obligarlo a obedecer-