sábado, 9 de julio de 2016

SEVILLA SIN OBAMA



Como a algunas mujeres guapas, a Sevilla le gusta que hasta los ciegos le digan que es bella, que por ver las motas blancas del azahar entre la obsidiana de las hojas de sus naranjos se morirían, que no quisieran morir sin que lo haya embelesado la gracia de Sevilla.
Porque creían eso hasta esta mañana, hasta esta mañana estaban felices los sevillanos. La visita de Barak Obama, ese negro presidente de los Estados Unidos porque no es descendiente de esclavos sino de un emigrante kenyata, era natural.
¿Cómo podía dejar de ser Obama el hombre más poderoso del mundo sin haber peregrinado a la ciudad más bella, a la de más grasia, a la más famosa der mundo?
Porque la fama es como la miel para las moscas: no hay mosca que se precie de serlo si no está dispuesta a posarse sobre un manchón de miel, aunque sepa que al hacerlo pone en peligro su vida y quede para siempre apresada por su almíbar.
¿Qué es la fama sino el resultado de una transacción equilibrada?
Famoso es el lugar que los famosos visitan y los famosos lo son porque visitan lugares universalizados por su fama.
Sevilla hubiera coronado con su fama la fama hasta ahora parcial de Obama y Obama hubiera reconocido con su visita la calidad de famosa de la Ciudad de  Sevilla.
Pero un esaborío que se lió a tiros en la ciudad de Dallas, tan lejana de Sevilla en el espacio pero tan cercana gracias a las pelíclas de vaqueros que hablan a través de sus Colts, ha impedido la conjunción, la coincidencia en el espacio y el tiempo de la fama eterna de Sevilla con la pasajera de Obama.
¿Y los Manolos Morán de “Bienvenido Mr, Marshall” que habían comprado todo el pescado de todas las lonjas para hartar de pescaito frito a Obama?
Se quedaron viendo cómo el avión de presidente de los Estados Unidos surcaba impertérrito los altos cielos sin aterrtizar en San Pablo.
Los sevillanos creen y sus vecinos estamos convencidos de que Obama ha salido perdiendo al frustrarse su ansiada peregrinación a Sevilla.
Cuando deje de ser presidente volverá.
“Cuando deje de ser presidente”, promete una voz en inglés. ”volverá”
“Pa entonses”, dice una voz con acento sevillano, “ya no nos interesa que vuerva”.