jueves, 17 de septiembre de 2015

BOABDIL Y LOS REFUGIADOS SIRIOS



¿Qué es una leyenda sino el relato reiterado de un hecho improbable aunque posible?
¿Por qué las leyendas arraigan más profundamente en la imaginación colectiva que la narración veraz de un acontecimiento real?
Porque la historia se fundamenta en la reseña de acontecimientos presenciados por testigos imparciales, mientras que la leyenda se basa en las emociones del que la inventa y que comparten quienes la difunden.
Por eso influye más la leyenda que la historia en la reacción de la sociedad  frente a acontecimientos actuales parecidos a los del pasado.
En 1492, cuenta la leyenda, Boabdil el Chico, abandona Granada después de entregar a los Reyes Cristianos el último bastión del islamismo en España.
Camino de su destierro en Las Alpujarras, se cuenta que Boabdil lloró amargamente cuando volvió la vista atrás para contemplar el esplendor de la ciudad que había perdido.
Aixa, la intrigante madre del desterrado cuya influencia desencadenó las derrotas que concluyeron con el exilio, le reprochó : “Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”.
Éstos días en los que millares de expatriados que como Boabdil escapan de un pasado conflictivo en busca de un futuro incierto, se entiende la honda pena que reflejaba el suspiro del moro al dar la espalda a su Granada.
Más de uno de los sirios que mendigan asilo por los hostiles caminos de una Europa que les es ajena  se preguntarán si perder la vida haciendo frente a compatriotas enemigos no habría sido mejor que mendigar a extraños que les permitan cada día seguir viviendo.