viernes, 23 de marzo de 2018

SADOMASOQUISMO


Eso de poner la otra mejilla para que te la abofeteen igual que abofetearon a la primera está muy bonito, pero es poco práctico.
Lo más probable es que, después de la segunda bofetada venga la tercera  y después la cuarta.
El abofeteado acaba acostumbrándose y se le hace insoportable vivir sin que la pausa entre palizas se estreche tanto que hasta pide que se acelere el ritmo de los guantazos.
Por masoquista se conoce al que, o a la que, en el sufrimiento encuentra placer y sádico al que, o a la que su placer lo encuentra haciendo sufrir.
Así que si el destino empareja a un sádico(a) con una(un) masoquista, esa unión será indestructible.
Ni el imprevisible contratiempo de una felicidad idílica podrá destruirla.
Y eso que pasa entre la gente, ¿podría pasar también entre las naciones, los pueblos o las regiones de una misma nación?
Puede pasar y, de hecho pasa.
Como prueba, el caso de Cataluña.
De vez en cuando, si la parte sádica de la pareja descuida la atención que merece la parte masoquista, reverdece la crisis que requiere el tratamiento habitual: unas cachetadas sonoras, unos azotes con un buen vergajo y vuelta al catre, hasta que el cuerpo de la parte masoquista de la pareja le demande a la parte sádica una atención conveniente.
¿Una atención conveniente? ¿Eso qué es?
Que se quite el cinto y le de unos vergajazos.

jueves, 8 de marzo de 2018

PRIMARIAS OBLIGATORIAS


Tiempo han tardado en acordar una necesidad tan evidente, pero como no hay mal que cien años dure, por fin se han puesto de acuerdo Ciudadanos, Socialistas y Podemos en la obligatoriedad de que todos los partidos aspirantes a cargos públicos celebren antes primarias para escoger los candidatos.
Observadores atentos de la realidad política española, aunque sin afiliación partidaria, aplaudieron la iniciativa.
“Mientras se peleen  por el cargo al que aspiren, dejarán en paz a los ciudadanos que aspiran todos a fastidiar” se felicitó un connotado ácrata al que solo imaginarse votando le produce sarpullido.
Pero, cuando le aclararon otros pormenores del acuerdo se revolvió tan  furioso que los loquearos que acudieron a auxiliarlo lo  tuvieron que empacar en una ruda camisa de fuerza.
“¿Que los contribuyentes tenemos que pagar el gasto de las primarias, con un impuesto nuevo o subiendo los impuestos actuales?”
“Traedme”,-- gritó--, “un manojo de políticos, que me los trago como si fueran boquerones fritos”.
Peripatéticos espectadores de la escena coincidieron en su indignación, pero expresándola en berridos de variados tonos.

martes, 6 de marzo de 2018

DE TONTOS Y DE LISTOS


Es evidente que no todos tenemos obligación de no ignorar nada  ni necesitamos saberlo todo.
Hasta servidor, que sabe más que Briján, y no por listo sino por viejo, ignora mucho más que lo que sabe.
Y es que no todo el que sepa freír un huevo, pongamos por caso, tiene que saber que son siete los kilómetros que separan mi pueblo de Peñaflor, un lugar que no se asienta precisamente sobre la colina pedregosa en la que una flor abre sus pétalos.
¿Y?
Pues que los hasta hace nada indómitos españoles se han empeñado en aplicar lo que llaman procedimientos democráticos para acordar lo que durante toda la vida lo habían resuelto a guantazos.
“Pero eso de ahora es mejor que aquello de antes, que era una barbaridad”, sentenciaría un irredento partidario del enjuague constitucional del 78.
Y tendría toda la razón porque, si mediante el acuerdo, la prevalencia de la mayoría democrática sobre las minorías y la aplicación de las leyes no según su justicia sino según el respaldo mayoritario  que las valide, los problemas de la gente no se resolverán.
Ni falta que hace.
Porque el objetivo de la democracia no es satisfacer las necesidades de la gente, sino garantizar que vale más la opinión de dos tontos que la de un listo.