jueves, 11 de octubre de 2018

LIBERTAD TROCEADA


   Presupuestos comunistas: Los ayuntamientos fijarán el precio máximo de los alquileres” (OK Diario, 11-10-18)

Si es verdad la noticia que publica hoy OK Diario bajo ese titular, lo que unos tanto temían que llegara y otros suspiraban porque tardaba demasiado, ya está aquí: el comunismo.

    Para que no haya confusion, el comunismo es, y copio, una “Doctrina económica, política y social que defiende una organización social en la que no existe la propiedad privada ni la diferencia de clases, y en la que los medios de producción estarían en manos del Estado, que distribuiría los bienes de manera equitativa y según las necesidades”.
   Y, ¿a quien cabe la responsabilidad de administrar el Estado en un régimen comunista?
   Al Partido.
   En un país en el que las decisiones del Partido las ejecuten las autoridades administrativas (locales, regionales o estatales), el individuo carece de la posibilidad de sobrevivir al margen del Partido, que se sirve de los órganos de gobierno que controla para erradicar la disidencia.
   Cuando un régimen como el español avisa de que uno de sus organismos administrativos (los ayuntamientos) fijarán el punto de equilibrio entre oferta y demanda, los ciudadanos habrán perdido parte de su libertad.
    Y la libertad no se trocea. Libertad fragmentada es esclavitud progresivamente asumida.

sábado, 29 de septiembre de 2018

CAMBIEMOS A SANCHEZ POR TRUMPV


       Lo lógico sería culpar del deshilachamiento de su desgobierno a la ausencia del presidente Sánchez de España, que puede que ni exista cuando vuelva, si es que vuelve alguna vez.
    ¿Y por qué no ha de volver?
Pues porque hay un perceptible sentimiento en los Estados Unidos, cada vez más profundo y extendido, para que Sánchez no vuelva a la Moncloa de Madrid y se quede en la Casa Blanca de Washington.
Eso sí: con Sánchez debería quedarse su esposa para que redecore la residencia oficial norteamericana, enseñe a los millones de afroamericanos donde está Africa y, sobre todo, para ilustrar a Ivana Trump sobre cómo debe vestir y portarse en público.
¿Y España, qué ganaría con eso?
Todo:
a) Estados Unidos experimentaría un declive de su poderío económico y militar irrefrenable.
b) Con Trump de presidente del gobierno español, España recuperaría la hegemonía mundial que en tiempos disfrutó.
¿Se adaptaría Trump a España y Sánchez a Estados Unidos?
Sin duda. Ni se percatarían porque en los dos paises, más o menos, hay la misma proporción de sudamericanos, negros y moros.
A Trump sería al que, de los dos, más le costaría adaptarse porque, siendo la población de España siete veces menor que la de los Estados Unidos, viven del Estado casi el mismo numero de enchufados.

viernes, 28 de septiembre de 2018

LA FELICIDAD


El que está atravesando la humanidad se conocerá en el futuro como “el tiempo de la evanescencia”.
Como los planes quinquenales en los que el gobierno planificaba el futuro a cinco años vista, también ahora el futuro se fracciona en partes, como las letras en la venta a crédito.
Está programada la obsolescencia de lo que se fabrica , se usa o se organiza.
A partir de la fecha de caducidad prevista, es el azar el que determina la supervivencia.
Es una manera revolucionaria de entender el futuro y, como consecuencia, de organizar el presente.
Si la solidaridad organizada asegura las necesidades vitales del individuo, ¿para qué preocuparse de su futuro?
Si esa misma solidaridad que garantiza su futuro le asegura su presente, ¿qué necesidad tiene de obsesionarse por el futuro ni de esforzarse por su día a día?
Sabios de la era más sabia de la Humanidad, identificada con el Grecia de los dioses y los filósofos, llegaron a la conclusión de que el objetivo de la vida humana es lograr la felicidad procurando el placer y evitando el dolor.
El hombre actual ya acaricia con la yema de los dedos el suave roce de la felicidad.
Ya se percibe desde la tierra el olor a incienso de la gloria.
Gloria superior a la que algunas religiones prometen porque no solo serán felices las almas sino, sobre todo, los cuerpos.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

EL HELISANCHEZ DE PEDRO


Pues menos mal que éste (des)gobierno de Pedro Sánchez lo ha cimentado el helifanático presidente sobre la igualdad (lo mismo da ocho que ochenta, hembra que macho, tonto que listo(a).
Uno, que esta pensando en organizar una línea de autobuses para trasladarse del salón al dormitorio, es tan helifóbico que renunció a conocer Babilonia porque había que desplazarse en helicóptero.
(Y porque, para qué negarlo, vista una ruina, vista la ruindad de todas las ruinas).
Por lo que se está comprobando un día sí y otro también, la igualdad sobre la que cimentó su consejo de ministros es el mayor éxito de la política igualitaria de Sánchez: unos antes y otros después, todos acaban dimitiendo.
Un futuro presidente de gobierno que está recopilando textos que fusilar  cuando elabore su tesis doctoral, como hizo Sánchez, ya tiene el título con el que espera que pase a la historia: “ (La mentira): Mientras más gorda, mejor”
Lo que más lo hizo sudar fue hallar la fórmula del entre paréntesis inicial del título, sin el cual la tesis doctoral parecería una obra pornográfica.
Para el sector lúcido de la sociedad que estima un peligro innecesario desplazarse de una forma distinta que a pié, lo que menos le gusta de Pedro Sánchez es su afición a los helicópteros, no su presunción de que la Historia de la Humanidad arrancó cuando se posesionó de la Moncloa.
Temen que, como todo se contagia menos lo bonito, en un futuro inminente se les obligue a desplazarse en helicóptero hasta para llegar a la estación del Metro.
¿Y si se le ocurriera hacer aéreo el hasta ahora metro subterráneo?
Lagarto, lagarto.

martes, 25 de septiembre de 2018

QUE DEL ESTADO NOS LIBRE DIOS


Además de la facultad para que el individuo haga, diga y piense lo que le de la gana, la libertad es la capacidad de pensar, decir y hacer lo que a cada persona quiera, sin necesidad de justificar la razón o el motivo por el que lo haya hecho.
¿Y si lo que haga daña o molesta a otro?
Puede, entonces:
a) pedirle disculpas por las molestias.
b) darle cien euros para que se tome una limonada y se le quite el cabreo.
c) meterle un metido entre los ojos para que pueda añadir uno más a su primer motivo de queja.
Todo y cualquier cosa, desde luego, antes que invocar la intervención mediadora en el conflicto de una parte supuestamente neutral, como el Estado.
¿Y si alguien siente que la libertad de otro mengua su propia libertad?
Pues, inevitablemente, salta la chispa del conflicto que, si no se limita en sus daños y consecuencias, provoca un incendio como el de Atlanta en “Lo que el viento de llevó”.
Desde luego, lo que a nadie se le debe ocurrir, (lagarto, lagarto) es pleitear contra el Estado.
¿Y por qué no?
Porque el Estado siempre gana y el ciudadano-contribuyente siempre pierde.
a) el ciudadano tiene que sufragar los gastos de la representación legal que deba defenderlo en los tribunales.
b) simultáneamente a sus gastos de defensa, paga con sus impuestos el costo de la representación legal del Estado.
Si pierde el pleito, le cuesta un  dineral y, si lo gana, consigue solo la parte de lo que la sentencia, resultante de restar su aportación vía impuestos de lo que el Estado se gastó al encausarlo.
--Entonces, ¿qué?
--Que del Estado, tan lejos como de la encina en descampado durante una tormenta.

lunes, 24 de septiembre de 2018

PEDRO Y LA GLORIA DEL PODEER


Por “acción directa” puede entenderse la iniciativa individual o colectiva para que lo que hasta ese momento haya, deje de haberlo.
Un suponer y para entendernos: si un descontento contagia su insatisfacción a otros desengañados por la manera de gobernar de un gobernante, y entre ellos conciertan poner pié en pared, al golpe de estado que lleven a cabo se le podría llamar “acción directa”.
--“Pero eso”—se escandalizaría el hipócrita—“es una barbaridad”.
Puede que sea verdad y que sea una barbaridad  mayúscula.
Pero, ¿cuántas barbaridades minúsculas evitaria esa barbaridad mayúscula?
   La gente se escandaliza porque los han acostumbrado a pensar que todo golpe de estado requiere para serlo una barbaridad de tiros, bombardeos, refugiados y colas interminables para llegar al barril en el que se reparte sopa.
Y no tiene por qué ser así:
Imagínense y esfuércense en imaginar porque el caso requiere mucha imaginación, que un individuo que ni siquiera ha sido electo para formar parte del grupo de 350 electores capacitados para designar presidente del gobierno, se salta todos los precedentes y preside el gobierno.
Y una vez presidente, se le ocurre tramar una trama que, en el orden jerárquico del Estado—Jefe del Estado, Presidente-a de las Cortes- Presidente del Gobierno—pretenda quitar a la que ocupa el segundo lugar.
Como no hay dos sin tres, ¿qué ocurriría luego?
Que le pareciera injusto ser solo el número dos en la jerarquía estatal. “Al fin y al cabo”—se preguntaría—“si ésta es una monarquía democrática,¿ por qué no va a poder ser Rey cualquier ciudadano?
Y con esa capacidad acumulativa que lo caracteriza, sería rey, presidente del gobierno, presidente de las Cortes y comandante en jefe del ejército.
--Oiga, y doctor cum laude.

viernes, 21 de septiembre de 2018

LA GUERRA QUE NUNCA SE ACABA


 

 

 

“Defensa abre expediente a los cinco militares que firmaron un manifiesto a favor de Franco”, (Diario Publico, 21/9/18.

 

   De la que me he librado…estaba a punto de firmar una carta solidarizándome con Bertrand Du Guesclin, el que ayudo a su señor a que se cargara a su hermanastro para heredar el Reino de Castilla.

   Habría sido un borrón a mi brillante carrera militar, en la que alcancé la graduación de Cabo, en el Ejército Colonial Español (Regulares 2).

    ¿Que de lo de Du Guesclin han pasado ya varios siglos?

   Lo mismo da, que el parsimonioso transcurso del tiempo no aminora la gravedad de la ofensa cometida.

    Y la ofensa de Franco no fue cualquier cosa: nada menos que anunciar que, cautivo y desarmado el ejercito rojo, las tropas nacionales han alcanzado sus últimos objetivos miliares”.

   Y para mayor recochineo, cerró su parte con el escueto “la guerra ha terminado”.

    Y ahí se equivocó porque para poner fin a un pleito, las dos partes discrepantes deben aceptar que lo que se daba se ha acabado.