lunes, 31 de octubre de 2016

LA CONFESIÓN DE PEDRO SÁNCHEZ


Esa entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez en “Salvados” me hizo evocar aquellas confesiones sacramentales en las que, al admitir ante el confesor el pecado cometido, el interés fundamental del penitente era justificar su conducta.
En varias ocasiones de esa entrevista, el entrevistado asumió su culpa en acontecimientos que desembocaron en su dimisión como secretario general del PSOE, pero flotaba sobre las cabezas de entrevistado y entrevistador  el halo turbio de la responsabilidad de los que indujeron a pecar a Sánchez.
Como la conjura judeomasónica contra Franco, el complót financieroperiodístico tuvo la culpa de que Sánchez se viera en la calle, privado del amparo de la secretaría general socialista.
Hay que reconocer la incauta ingenuidad de Sánchez, que creía tanto en los que le bailaban el agua al principio de su secretariato que ni se percató de que el mismo periódico que lo halagaba podría más tarde ver negro lo que antes había visto blanco.
Confesión la de Sánchez ante Évole que, si pretendía la absolución de sus culpas, es imposible que la consiga porque en ningún momento  insinuó siquiera su propósito de enmienda.
¿Qué tendría que enmendar de su conducta anterior Pedro Sánchez, si los pecadores fueron otros?


domingo, 30 de octubre de 2016

ROMANCE DE PEDRO SANCHEZ

Chófer que tu auto guias
por las autovías de España
puede que quizá te cruces,
a un coche que, en apariencia,
no te inspire suspicacias.
Tiene ruedas ese auto ,
motor que lo impulsa, chapa
más o menos abollada
y una antena para radio
que capta noticias malas.

Un mediodía sabatino
cuando ya octubre acababa
la radios del mundo entero
dijeron que Pedro Sánchez
había entregado su acta.
(Hay actas de defunción
y hay de diputados actas
que al entregarlas aceptas
que esa vida regalada
en la que todos te halagan,
te sonríen y te aplauden
la das por finiquitada).
No para todos la muerte
es disolverse en la nada
porque una vida mejor
nace cuando el cuerpo muere
y a otro trasmigra su alma.


El alma de Pedro Sanchez,
por los caminos de España,
busca ya como un obseso
reencarnarse y surgir
como ave fénix dorada
para al fin posar sus garras
en esa Moncloa ansiada
donde anidan, donde imperan
los que mandan en España.












sábado, 29 de octubre de 2016

MANIFESTACIONES

El que nunca haya participado en una manifestación de protesta debería hacerlo, por lo menos una vez en la vida.
No importa el objetivo que pretendan conseguir los convocantes de la manifestación porque todas ellas están tan justificadas en el momento de convocarlas como trivial parecerá la causa tiempo después de la protesta.
A los que desgraciadamente  cada vez nos irritan menos los supuestos agravios y relativizamos cada vez más esperanzas y miedos esto de las manifestaciones nos parece un entretenimiento tan poco rentable como el de ponernos una corbata y  no otra para convencer a una muchacha inconquistable.
Uno, que cada vez recurre menos a la esperanza para soñar un futuro incierto, se refugia en el pasado para olvidarse del hoy y cerrar los ojos al mañana, que será mucho  peor que el ayer y  que el hoy.
Por eso, y como momento esplendoroso del pasado no puede ni quiere borrar de la memoria uno de los pocos momentos épicos de su vida, allá por 1964.
Fueron tiempos en los que, como en los actuales, los estudiantes derrochábamos el vigor que deberíamos haber empleado en estudiar para gastarlo en el más entretenido y menos práctico de protestar.
En aquella ocasión creíamos que el destino nos empujaba a una prioridad que relegaba las demás a la categoría de pasatiempos.
Queríamos echar a Franco para  implantar la democracia.
Pasó lo que tenía que pasar: que Franco tardó todavía once años en irse, y porque así lo quiso Dios y no porque los manifestantes lo echáramos, y que aquella tan ansiada democracia no ha llegado ni parece razonable que se pueda confiar en que alguna vez llegue.
¿Por qué entonces, aquel fue uno de los momentos épicos de la lejana juventud de éste viejo desdentado y decrépito?
Porque participó en una manifestación (la primera de obreros y estudiantes unidos) y, huyendo de los grises, corría como un desesperado por la calle Huertas hacia Atocha cuando una sombra oscura lo rebasó, no se sabe si porque corría más o porque le tenía más miedo a la policía.

Era un cura, que con sotana y todo, corría más que Emil Zatopeck.

viernes, 28 de octubre de 2016

GIBRALTAR

Puede que lo de Gibraltar sea una afrenta contra España que Inglaterra mantiene y sostiene desde hace cuatro siglos.
Y puede que solo sea un caso más de los muchos que se han dado en el viejo continente, en el que regiones y ciudades que pertenecían a un estado pasaron a pertenecer a otro.
El de Gibraltar, en todo caso, no fue más que una de las muchas rectificaciones de frontera impuestas a los perdedores por los vencedores de una guerra.
Y no hay guerras justas o injustas hasta que se firmen las paces que determinen de qué lado estaba la justicia: por rara coincidencia, siempre inclinada al vencedor.
Así que Gibraltar, un peñón que sobresale como una erupción cutánea al sur de la piel de España, fue conquistada por Inglaterra en una guerra que España perdió.
Cuando los españoles pudieron recuperar Gibraltar con la cómplice ayuda de una nación que la precisaba para estrangular a una Inglaterra con la que estaba en guerra, a los mandamases españoles les preocupó más disgustar a Inglaterra que recobrar Gibraltar.
Recuperar El Peñón bajo bandera inglesa, que irradia hacia la zona en la que está enclavado el bienestar que los trabajadores españoles que se ganan allí la vida,  representaría para España un perjuicio social superior al beneficio moral de recobrarlo.

Así que los gobernantes españoles, desde hace cuatro siglos, han descubierto que lo más práctico es quejarse de que Inglaterra no devuelva Gibraltar, pero sin pasar de la protesta a la acción, para que allí sigan mandando los ingleses.

jueves, 27 de octubre de 2016

IRA O RETRANCA



Como hay gente para todo, las hay que en las controversias parlamentarias prefieran oradores a los que les mueve los labios la ira y otros que recurren al sarcasmo.
Los primeros sirven para que, enajenados por la cólera que les ha transfundido la violencia oral del  discursante, no dejen piedra sobre piedra y derriben tanto las que estorban como las que soportan el peso del edificio.
Todas las barbaridades cometidas en tiempos de revolución, y lamentadas cuando la revolución se aburguese, empezaron con discursos de oradores irritados.
¿Por qué?
Porque discursantes como Pablo Iglesias alientan las pasiones hasta desbocarlas para que, como caballos sin embocadura, se precipiten a una carrera suicida.
Hay otra técnica dialéctica que, como Mariano Rajoy,  usa la sorna, la ironía, la retranca, como recurso para imponer sus razones.
¿Cuál de ellas es más eficaz?
Evidentemente, la que mejor haga llegar el mensaje que quiera transmitir al auditorio al que pretenda convencer.
Pasión y razón se oponen porque la razón modera las pasiones y las pasiones obnubilan la razón.
Por eso convence a sus auditorios el Mariano Rajoy irónico que habló hoy en la sesión de investidura y el Pablo Iglesias vehemente exacerbó las pasiones de los ya previamente irritados.

miércoles, 26 de octubre de 2016

LAS CLASES



Ahora ha pasado de moda pero hasta hace poco se la invocaba como el vínculo que mantenía atados a sus vecinos como la soga a los condenados de las cuerdas de presos.
Ya no hay cuerdas de presos que a troche y moche sean conducidos por sayones feroces por los llanos desiertos de la antiguamente seca España.
Y es que lo que antes distinguía a los buenos vigilantes de los perversos cautivos ya no es  hacer cumplir las leyes de los primeros y la contumacia en violarlas de los segundos.
Ahora es la clase social en la que cada cual se sienta encuadrado la frontera entre buenos y malos.
Y los malos de entonces, los presos, han pasado a ser los buenos de ahora: los que por su clase social proletaria sean víctimas de la explotación a la que los sometan los ricos.
¿Y si alguno de los antes explotados se desclasa porque junta dinero o le toca la lotería?
Pierde automáticamente su condición de pobre y, al adquirir la de rico, pasa de explotado a explotador.
Y sigue siendo explotado aunque, para resarcirse de cualquier contratiempo, se pague un viaje en avión por medio mundo para impregnarse del olor de la riqueza en California, aquella tierra de míticas ensoñaciones medievales que ahora ansían los que, teniendo más dinero que Midas, interpretan de vez en cuando papeles de miserables.
Y es que las cosas son como son y no como se predican: los de la casta sometida aspiran a que se les encuadre en la clase dominadora y los de la clase opulenta se empeñan en seguir en ella, aunque tengan que explotar a los que menos tienen.
Como antes de que se inventara la martingala de la lucha de clases. La cuestión es “tener o no terner” o, dicho en gringo, “to have or to have not “.

martes, 25 de octubre de 2016

DEMASIADOS DICTADORES

Se ha perdido (y, para más INRI en Barcelona donde las pelas no se pierden porque antes de que se pierdan se las quedan los independentistas catalanes) una cabeza de Franco, ese hombre frío y calculador que ni en su agonía perdió la cabeza.
¿Y si la cabeza desaparecida del Franco-dictador fuera como una de las siete cabezas de la hidra que rebrotaban a medida que se las iban cortando?
De hecho, así ha ocurrido en ésta España postfranquista porque desde aquel lejano día de noviembre en que Franco murió en su cama de un hospital, el instinto dictatorial del general se viene reproduciendo en las cabezas de cada uno de los dictadores de cada uno de los partidos políticos.
En tiempos de Franco, como no había partidos, suya era la única cabeza que enseñaba los colmillos y escupía fuego por la boca para incinerar a sus incautos rivales.
Esta España de ahora es mucho más distraída que la de entonces, en la que el único lanzallamas de Franco bastaba para mantener a raya a sus adversarios porque todo el que discrepara del Caudillo era enemigo del Caudillo.
Pero, ¿y ahora?
Si ese dictador de pantuflas que es Mariano Rajoy acaba como ha hecho con el socialista Pedro Sánchez, ¿se queda sin enemigo?
Nada de eso: le quedan la docena de dictadores de la docena de partido políticos, unidos todos por su inquina contra Rajoy como enemigo principal,  y que se enfrentan a los dictadores de los demás partidos políticos como adversarios secundarios de cada uno de ellos.
En definitiva: que Franco metió a los españoles en un laberinto sin salida al morirse. Surgieron tantos dictadores cuando desapareció el Dictador con mayúsculas que  no hay quien entienda lo que mandan los dictadores con minúscula.

Habrá que esperar pacientemente a que llegue, si llega, el momento en que alguno de los aspirantes a mandamás supremo liquide a sus competidores por el mando único (si el mando no es único no es mando) para que los españoles, tan acostumbrados a obedecer si las órdenes las dicta una misma voz, recuperen la apacible rutina de la obediencia.