sábado, 6 de diciembre de 2008

PABLO Y SU ANGEL DE LA GUARDA

En los primeros quince meses de su vida, Pablo ha aprendido a meter los dedos en todos los enchufes, a apoderarse de los juguetes de su hermano Juan (cuatro años), a acariciar sin hacerle daño a su hermano Andrés (un mes), a emborronar paredes y papeles, a emboscarse donde nadie lo encuentre… y a reírse hasta cuando llora.
Pablo es, pues, un niño modelo y un modelo de niño.

Querubines ceñudos
cantan fandangos
cuando en suerte les toca
velar por Pablo.
Se ofrecen voluntarios
los querubines
y quieren que a su guarda
se les destine.
Pero un ángel novicio
muy apocado
pide que lo releven
de su cuidado.
Y es que cuando su turno
con Pablo acaba
vacaciones precisa
de campo y playa.
Dice que es un diablo,
esa criatura
porque nunca terminan
sus travesuras.
A San Pedro le exige
un sobresueldo
y que cien más lo ayuden
a protegerlo.

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1 comentario:

M. Molares do Val dijo...

Ay, abuelo, abuelo, que loco de amor estás por tus nietos-