Se equivocará el gobernante con apellido de artesano de la lezna y la chaveta si se precipita y nombra un ministro de deportes.
Es mucho más urgente el de redención de cautivos.
Porque a nuestros deportistas, por los éxitos con que nos enorgullecen en sus competiciones internacionales, les va divinamente sin intervención gubernamental.
Como en todo lo que mete mano el gobierno acaba metiendo la pata, sería lícito sospechar que parte del bien hacer de los deportistas españoles es consecuencia de la no intromisión del gobierno en sus esfuerzos.
Hay, sin embargo, un creciente clamor de un número cada vez más copioso de españoles que exigen angustiados que el gobierno los saque de atolladeros en los que, sin que nadie se lo pida, les gusta meterse.
Son los intrépidos descendientes de aquellos conquistadores que, en barcos mal ensamblados, desafiaban la furia de los océanos y, atravesando mares nunca antes navegados, descubrían nuevos mundos.
A los nuevos aventureros españoles no los impulsa el afán de extender los horizontes de Castilla, el de brindarle la oportunidad de redimirse a los paganos que los harían mártires al predicarles la fe verdadera, ni siquiera el de obtener oro y honra a cambio de su desinterés civilizador.
Los nuevos descubridores son más modestos, pero tan fisgones como sus antepasados:
Quieren convencerse por sí mismos de las gangas en bazares morunos, de la sensual molicie nativa en playas indochinas y de lo que cunde pagar en euros los blue jeans etiquetados en dólares.
Están dispuestos a sacrificar la relativa comodidad de su moderadamente segura España por los riesgos que podrían acecharlos en tierras lejanas.
No temen al peligro, mientras el peligro no los amenace.
Pero si los planes de viaje por los que pagaron se torcieran, saben que tienen un gobierno responsable de sacarlos de la incomodidad imprevista.
Y el gobierno, con tantos votantes desperdigados por remotos lugares en conflicto, e incapaz de redimirlos a todos simultáneamente, se las ve y se las desea para contentar a todos con la prontitud de su rescate.
Por eso, para que trace y ejecute planes de repatriación de españoles con celeridad y eficacia, el gobernante remendón haría bien en apresurarse a rehacer su gabinete.
Pero que se olvide de crear un ministerio de deportes, que para nada necesitamos.
Lo que cada vez mas españoles precisan es un ministerio para la redención de cautivos.
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