Este último domingo de Enero, por fin, un fulgurante rayo de sol ha ahuyentado los ominosos nubarrones que ensombrecían el futuro inacabable de la humanidad.
La inesperada pobreza que sumió a las naciones de la tierra en la indigencia se ha diluido hoy tan súbita e inexplicablemente como apareció.
Ya no hay que esperar al segundo trimestre de este año, como los más optimistas pronosticaban, para que la economía mundial se reanime ni hay que temer, como Manuel Molares reseña en sus "Crónicas Bárbaras" que avisa el catedrático Santiago Niño Becerra, que el paro afecte al 20 por ciento de los trabajadores españoles hasta el año 2014.
Hemos sido víctimas de una alucinación colectiva tanto los lideres mundiales apresuradamente convocados a Washington como los gobiernos de los países más poderosos de la tierra, los corredores de bolsa, banqueros, economistas y empresarios de la humanidad.
La crisis económica que tanto temían, los empleos perdidos, las empresas cerradas, las viviendas abandonadas por impago de hipotecas y los proyectos aplazados por falta de dinero han sido una gigantesca falsa alarma.
Seguimos, afortunadamente, viviendo en el mismo mundo próspero, confiado, alegre y desenfadado de cuando, hace un año, todo el monte era orégano.
No quiere decir que no haya problemas, pero nada que deba inquietarnos. Basta comprobar la primera página del principal diario de España que, se supone, debe reflejar lo que más interesa a sus lectores.
El titular de primera página, desplegado a lo largo de cuatro de las cinco columnas del periódico “El País” de hoy dice: “Avisé A Rajoy de que me estaban espiando en Madrid”, y cuenta una rara historia de cotilleos políticos de unos extraños espías que no se sabe muy bien qué espiaban.
En cuanto a la crisis económica, de la que si existiera seguramente hablaría un periódico preocupado por los intereses de sus lectores, se limita a aludir a algunos problemas en Inglaterra, donde creo que el periódico se difunde poco.
Cuando se estudiaban las técnicas del oficio para que el periodista informara eficazmente de lo que al lector le interesaba, y no de lo que al editor le interesaba que supiera, si la crisis económica fuera cierta y tan grave como se dice, a un diario tan serio como El Pais no se le hubiera ocurrido hablar de chorradas de espías.
Si lo ha hecho habrá sido porque la supuesta crisis económica es una falacia y porque el mayor problema de la Humanidad, hoy por hoy, es ese juego de espías.
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