Aunque los españoles deben el equivalente a todo lo que produzcan en los próximos cuatro años, se han comprometido a dar a Haití 346 millones de euros y a perdonarle los 27 que ya adeuda.
La promesa de ayuda a Haití que María Teresa Fernández de la Vega ha hecho en Nueva York se asemeja más a la fanfarronada de un pordiosero que a la generosidad de un administrador prudente.
Los españoles, entre ellos los cinco millones que buscan y no encuentran empleo, necesitan que su gobierno sea más lo segundo que lo primero.
Lo que España ha ofrecido en la ONU para Haití representa más del 30 por ciento de lo que los países de la Unión Europea aportarán para remediar los daños que causó el terremoto en Haití.
España, junto a Grecia, Portugal e Irlanda son países europeos que necesitan ayuda para resolver la crisis económica que ha empobrecido a sus habitantes.
Ahora y en el futuro previsible, los españoles parecen más necesitados de ayuda de otros que en disposición de ayudar a los demás.
La población española representa apenas el diez por ciento de toda la población de la Unión Europea, en ingresos por habitante ocupa el decimoquinto lugar y el penúltimo en porcentaje de desempleados.
Con una población siete veces mayor que la de España y un ingreso por habitante que supera en un 50 al de los españoles, el gobierno de los Estados Unidos ha prometido 2.900 millones de euros para ayudar a Haití.
Comparativamente, los españoles son los ciudadanos más generosos del mundo, lo que contradice el dogma de que todos los hombres somos iguales.
El factor que hace diferentes a los españoles de los otros pueblos de la tierra es, evidentemente, el gobierno.
El de España, para bien o para mal de quienes lo han elegido, es mucho más desprendido siempre, naturalmente, que la solidaridad la practiquen con dineros que no son suyos.
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