La experiencia aconseja llevarse bien con el vecino del vecino y con el enemigo del enemigo.
A lo largo de su Historia, España se ha llevado mal con Marruecos, hasta cuando en Al Andalus dominaban los musulmanes.
De Marruecos procedían los invasores regeneracionistas almorávides, almohades y benimerines quienes, por la fuerza, intentaron redireccionar al Paraíso a sus correligionarios establecidos en España.
Marruecos tiene por vecinos a Argelia y a la República Arabe Saharaui Democrática, un estado reconocido por 83 países miembros de la ONU, cuyo territorio está ocupado en gran parte por el ejército marroquí.
Marruecos y Argelia están enfrentados porque Francia, la potencia colonizadora de ambos, asignó a Argelia de la zona minera de Tinduf, que reivindicaba y reivindica Marruecos.
Esas tensiones estallaron en la “Guerra de las Arenas” de Septiembre de 1963, en la que tropas marroquíes derrotaron a fuerzas argelinas.
Hay quien dice que esa victoria militar fue un sucedáneo del triunfo político con que el entonces rey Hassan quería presentarse ante el Parlamento que se formó tras las primeras elecciones desde la independencia, dominado por formaciones nacionalistas.
Recurrió al enfrentamiento y triunfo sobre Argelia como alternativa a su fracasado intento de convencer al general Franco para que accediera a un acuerdo para la incorporación a largo plazo del todavía Sahara Español.
El rey marroquí logró ese objetivo mediante la Marcha Verde en Noviembre de 1975, con Franco agonizante.
Marruecos es un vecino incómodo, pero ni Argelia ni la República Árabe Saharaui Democrática son para España amigos leales incondicionales.
Los primeros apoyaban a los saharauis para, sirviendo los intereses de su entonces aliada la Unión Soviética, lograr una salida al Océano Atlántico.
Los segundos, cuando iniciaron su lucha por librarse de la presencia colonial española, buscaron el respaldo de los marroquíes a los que ahora combaten.
Lo mejor que España podría hacer es, sin fiarse de ninguno de los tres, no favorecer a ninguno de ellos en perjuicio de los otros, como el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero hace desde que accedió al poder, al inclinarse por los marroquíes.
Resucitar y revigorizar el acuerdo de amistad, buena cooperación y vecindad que España firmó con Argelia en Octubre de 2002 sería, en estos momentos de desentendimiento con Marruecos, una iniciativa provechosa.
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