Están
las aguas de la discrepancia tan agitadas por la controversia de si el gobierno
realizará su propuesta reforma administrativa como lo estaban antes de que Pio
IX proclamara dogma de fe la Inmaculada Concepción.
Para despejar esa duda que trae histéricos a
los españoles y en un gesto desinteresado de patriotismo, propongo emplear un
método deductivo similar al usado por la Iglesia en aquella ocasión para llegar
al consenso necesario y proclamar el dogma.
No garantizo que sea verdad, pero como me lo
contaron lo cuento:
Se dice que lo que acabó de convencer al Papa
para que hiciera lo que hizo fue invitarlo a un razonamiento deductivo muy
parecido al silogismo: dos premisas y una conclusión.
En
concreto era:
--¿Pudo eximir Dios Omnipotente del pecadom
original a la Madre de su Hijo? SI.
--¿Quiso hacerlo? SI.
--Luego lo hizo.
Que Rajoy pueda contestar afirmativamente a
las dos premisas que induzcan a una conclusión positiva es dudoso.
--¿Tiene capacidad política para aprobar su
reforma y dispone de capacidad coercitiva para imponerla? SI.
--¿Tiene ahora más voluntad que antes para
imponerla? NO.
Por lo tanto, la reforma administrativa que
dice que va a hacer Rajoy no la hará porque es evidente que tiene más intereses
en no hacerla que en hacerla:
1.-Si deja las cosas como están, seguirá pagando
con dinero del Estado el costo de los sueldos de los enchufados de su partido.
2.-Mantendrá el respaldo político de los que
se verían afectados por la reforma y el de sus familiares.
Como
todo anuncio de político que pueda significar prejuicio personal para conseguir
beneficio general es un ardid para que la gente lo deje hacer lo que le
convenga.
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