Los bancos españoles son
libres para fijar el porcentaje con que gravan el dinero que prestan, pero esa
libertad les ha sido limitada por el
Banco de España para decidir los intereses del dinero que compran.
Esa distinta vara
de medir para la misma mercancía se traduce en que los bancos tienen limitado a
alrededor del dos por ciento anual la remuneración de los depósitos de sus
clientes, pero es absoluta su libertad para cobrarles lo que quieran por el que
les prestan.
Los bancos, en cuyo
favor dictó el gobierno esa medida que les es tan injustamente favorable, se
quejan con la boca chica y dicen que preferirían que fuera el mercado el que
impusiera el precio de las mercancías, entre ellas el dinero,
Si crece la oferta
de dinero, debería bajar el precio al que se paga y, si la oferta fuera escasa,
debería aumentar el incentivo que el banco paga a los ahorradores por sus depósitos.
Naturalmente es una
posición cínica porque nadie cuerdo discute la injusticia que le favorece.
Pero el gobierno
tiene razones suficientes para contentar a los bancos, porque el trato injusto
para los ahorradores es muy rentable para gobierno y banca.
Los bancos venden
el dinero por lo menos siete puntos más caro de lo que pagaron al comprarlo y
los gobiernos tienen en el favor que hacen a la banca un argumento indiscutible
para beneficiarse.
¿Cómo retribuye
la banca el favor que le está haciendo el gobierno al limitar el pago de pasivo?
Comprando Deuda
del Estado, y retirando liquidez a la economía productiva de particulares y
empresas.
La deuda pública
española ascendíó en 2012 a
884.416 millones de euros, el 84 por
ciento del valor de todo lo que los españoles produjeron ese año. La Banca Española había comprado deuda al Estado Español por valor de 740.000 millones de euros.
No hay que extrañarse, a la vista de esos datos, del sombrío panorama que pronostica para el futuro el Fondo Monetario Internacional porque, tres años después de entrar en el túnel de la crisis, la salida parece cada vez más lejana.
No hay que extrañarse, a la vista de esos datos, del sombrío panorama que pronostica para el futuro el Fondo Monetario Internacional porque, tres años después de entrar en el túnel de la crisis, la salida parece cada vez más lejana.
Se recomendó a
España y su gobierno que gastaran menos e ingresaran más.
La segunda parte la
emprendió el gobierno con entusiasmo porque subió descarnadamente los impuestos.
El ahorro que les
recomendaban lo hizo recaer sobre los contribuyentes a los que les aumentó los
impuestos, reduciendo los servicios públicos que se comprometía a prestarles
por lo que les cobraba.
Pero a la maquinaria
burocrática, a los gastos suntuarios ,al descontrol contable no le ha puesto
freno.
Y es que los
políticos se merecerán todos los insultos que se les ocurran, menos el de
tontos.
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