Si hubiera un
pueblo afortunado, sería el español: además de un territoriolo suficientemente
amplio como para que vivan con holgura sus habitantes, su subsuelo es pródigo,
su suelo feraz, el sobresuelo limpio, soleado y situado en el lugar idóneo como
trampolín de la vieja Europa a la nueva América.
Por encima de todo,
Dios le dió el privilegio de escoger a España para que en ella naciera Pablo Iglesias,
llamado a gobernarla mientras canta y rasga la guitarra, aplica a la vida
diaria lo que le enseña “Juego de Tronos” , y propone para resolver el embrollo
catalán consultar a los catalanes.
--Pero oiga:
lo de consultar a los catalanes ¿no es lo que proponen los independentistas de Cataluña?
--“En efecto.
Iglesias es tan listo que adecúa sus soluciones a lo que los que se quejen pidan
para dejar de quejarse”.
Un suponer:
los que ganan poco se quejan de que otros ganan mucho. Pues Iglesias propone
limitar la ambicion natural humana de aplicar su superior esfuerzo, talento y
suerte a los que juntan dinero, para quitárselo y repartirlo entre los que
tienen menos suerte y se esfuerzan menos.
Todos iguales:
que la diferencia entre los que ganan el salario mínimo interprofesional no
exceda del equivalente a seis veces ese salario básico.
“Pero”—siempre
ponen peros los disconformes fascistas—“eso implicaría corregir a la Naturaleza
y a Dios, que hicieron a todos los hombres diferentes uno del otro”.
“¿Y qué”? se
burlaría Iglesias del ingenuo. ¿"Dios no es fascista por ser más que los demás?
¿”Como un fascista puede idear una naturaleza humana democrática”?
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