Estos gobiernos con los que la
Justicia Divina castiga la impiedad de los españoles traen a uno a la memoria
algo de lo que fue testigo cuando los maestros de obra no necesitaban
arquitectos que les dijeran cómo hacer una casa.
Contrató uno de ellos a uno que
le pidió trabajo y al que le encargó que hiciera mezcla.
Su prudencia lo aconsejó vigilar
al nuevo empleado y lo oyó murmurar: “que se cree esta mezcla que no hay más
agua…” para, a continuación, escuchar que decía: “…que se cree esta agua que no
hay más yeso…”
Obviamente, el maestro abordó al
recién contratado para despedirlo diciéndole: “…que te crees tú que vas a venir
mañana”.
Viene a cuento ese símil del peón y el maestro de obras de lo
que, todavía sin haber echado mano prácticamente, está haciendo y diciendo éste
gobierno de Mariano Rajoy, maestro de obras en la reparación de los
desperfectos de su gobierno anterior y de todos los que lo precedieron.
Que hay que subir los impuestos.
Como las casas antiguas se hacían
con la mezcla de agua y yeso, los gobiernos actuales cumplen sus programas tapando
con el dinero que les quitan a los ciudadanos los desconchones que desluzcan la
apariencia de la fachada.
Ojalá.
Porque estos gobiernos de España
jamás le dan la cuenta a ninguno de los albañiles que demostraron su ineptitud
y, si acaso, cambian a los que no saben hacer mezclas a pintar rejas de las
ventanas, con la misma eficacia en su segundo empleo que en el primero.
¿Y por qué?
Porque así le conviene al
gobierno, como le convendría al maestro de obras si lo hubieran nombrado para
el cargo los mismos a los que se supone que debe exigir capacidad y dedicación.
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