Mucha imaginación
se requiere, pero imaginemos que la conjunción de factores imprevistos y
opuestos entre ellos resulta en la elección limpiamente democrática de un
ciudadano para presidir el gobierno.
Y que, cada
cuatro años, los votantes lo vuelven a elegir porque creen que será mejor
gobernante que los que le disputan el cargo, o porque temen que sus oponentes
cumplirán peor esas funciones presidenciales.
¿Por qué,
entonces, no debe seguir Mariano Rajoy al frente del Gobierno de España
mientras logre más votos que los adversarios que pretendan sucederlo?
Porque, está
claro, mientras más períodos presidenciales cumpla Mariano Rajoy, menos oportunidades de ser
presidente del gobierno de España tendrá Albert Rivera.
Con la que está
cayendo últimamente, el cada vez menos joven Rivera sigue con lo suyo erre que
erre: hay que limitar a dos el máximo de mandatos que un ciudadano pueda
desempeñar las funciones de presidente del gobierno de España.
Mientras más se
fraccione el mandato presidencial, más ciudadanos tendrán posibilidad de
desempeñar el cargo que Rivera anhela.
Si falta
hiciera, que se limite a dos mandatos de cuatro años la presidencia del
Gobierno de España, o a uno, o a seis meses, tres, dos o un mes y, si ni
así consiguiera el jefe de Ciudadanos ser
presidente, que sorteen el cargo entre los ciudadanos españoles.
Tendría así una
de las cuarenta y pico millones de posibilidades de ser presidente y si ni así
lo lograra, que se reduzca el mandato a un día.
Como en lo
tiempos pasados se ofrecía ser “Reina por un Dia” a las jóvenes concursantes,
Rivera podría ser Presidente del Gobierno de España durante 24 horas.
¿Y si ni así?
Pues que siga
en la política que, para eso, hasta los más inútiles sirven.
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