lunes, 1 de enero de 2018

EL DERECHO AL PATALEO

Si en vez de jubilado bueno para nada, uno fuera augur de los que en la primitiva Roma se ganaban su garum pronosticando el futuro, profetizaría que este año 2018 será peor que el 2017 y mejor que el 2019.
¿Y por qué?
Porque desde que todo empezó a ser diferente de lo que había sido en los cuarenta años anteriores, el empeoramiento se incrementa (¿o excrementa?) progresivamente.
Habrá quien discrepe y achaque el pesimista vaticinio a la condición de jubilado, cuya incapacidad de trabajar reconocida por la ley se acrecienta con el paso de los años y cada vez se extiende hasta culminar en la incapacidad para seguir vivo.
Será así pero lo cierto y la verdad es que, desde que está permitido quejarse en publico, cada vez hay nuevos motivos de queja que se acumulan a los antiguos sin resolver.
Así que, como simple desahogo dialéctico, no está mal que los que obedecemos  sigamos quejándonos de las decisiones de los que mandan.
Pero conscientes de que nuestra queja de nada servirá.
Como se quejaba aquél que cantaba eso de que “yo no tengo más remedio/ que agachar la cabe4cita/ y decir que lo blanco es negro”.

El derecho al pataleo.

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