Que hay
ocasiones en las que la ignorancia es mejor que el conocimiento es una verdad
axiomática, que es tanto como irrebatible, incuestionable, indiscutible.
Por eso hay
personas sensibles, como su servidor, que se resisten tanto a conocer lo
desconocido como el poeta se negaba a ver la sangre de Ignacio sobre la arena.
”¿Y qué quiere
usted ignorar porque le asusta saberlo?”
Que lo que en
1975 terminó porque se murió el que había ganado una guerra civil en España, solo
era el preludio de la revancha de los perdedores del pasado, para ser los
vencedores del futuro.
Dicen que la
cosa de aquel entonces empezó cuando, a los menos revolucionarios que
gobernaban España en 1934, se les
sublevaron en Asturias y Cataluña los más revolucionarios, que acabaron sometidos
y derrotados por la fuerza.
Los
revolucionarios perdedores de aquel entonces llegaron a la conclusión de que
las diferencias ideológicas y tácticas eran un estorbo para conseguir el logro
supremo de la política que es la conquista del poder, así que formaron un
llamado “frente popular” que pospusiera las diferencias ideológicas hasta
después de lograr el poder.
¿Y qué tiene
que ver lo de entonces con lo de ahora?
Pues que ahora
mandan en la alcaldía de Madrid los rojos de Podemos y los rosáceos del Partido
Socialista y, como son rojos pero no tontos, saben que podrían tener que ceder
el mando a los del Partido Popular o a Ciudadanos, más social demócratas que
conservadores, pero de derechas en comparación con los de Podemos, que están
mandando.
Por eso, el
mandamás de los socialistas madrileños, José Manuel Franco (ojo al apellido) ha
propuesto que los rojos de las distintas tonalidades arrinconen sus triviales
diferencias hasta frenar las aspiraciones de los más derechistas, o menos
izquierdistas, del Parido Popular y Ciudadanos.
¿Y si se salen
con la suya, qué cabrá esperar para el futuro?
Pues que su
frente popular madrileño se amplíe a toda la nación en las próximas elecciones
generales para que, inevitablemente, la historia se repita y España vuelva a
empezar.
La Historia de
España, la noria de canjilones que hace girar el pueblo, ese burro de ojos
tapados para que ignore que no deja de andar sin avanzar.
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