Con lo
desasosegada y ruda que es ya de por sí esta azarosa vida en la que, para comer
tres veces al día tienes que trabajar ocho horas diarias, encima tienes que
votar en cuanto te descuides.
--Pues no
votes…
--Si hombre,
para que después te digan que si los que gobiernan son un desastre lo son
porque no votaste…
Y de eso va el
lamento de hoy, de que ya ni quejarte puedes.
Porque, en
aquellos idílicos años en los que la felicidad de tu esclavizada vida dependía
de la ventolera que en ese momento le diera al que mandaba sin pedirte permiso,
por lo menos había un culpable de tus desgracias.
Pero, si manda
el que manda porque los mandados le han pedido que mande, ¿a quien te quejas
si lo que manda no te gusta?
Hasta al más
elemental de los derechos humanos, el derecho al pataleo, renuncian los que en
un desvarío mental aceptaron y hasta aplaudieron la democracia.
Entonces, ¿qué
hay que hacer?
--Pues lo que hizo
el protohombre cuando se dio cuenta, al bajarse de las ramas del arbol, de que
andar era una pejiguera: inventó primero el burro y ahora ya se desplaza por
las aceras en un patinete electrico.
Y eso, ¿qué
tiene que ver con la democracia?
--Pues que, por
muy mal sistema que sea, te permite eludir la cárcel para pagar el delito al que
te condenen, hasta que manden los tuyos y te indulten.
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