Pedro Sanchez, cuyo partido socialista fue el
más votado en las elecciones para presidir el gobierno, necesita el apoyo de
algunos de sus rivales derrotados para conseguirlo.
Por lo que parece, centra
sus esfuerzos en convencer a partidos cuyo objetivo proclamado es dividir a España
para que lo ayuden a gobernar.
Son negociaciones
que, si han de dejar satisfechas a las dos partes, tienen que fragmentar España
para que en una parte de ella gobierne Sánchez y, en la otra, sus ahora interlocutores.
Pero, aun en el
caso de que Sanchez lograra su propósito de gobernar sin acceder a la fragmentación
del territorio que actualmente es España, el conflicto ahora patente seguirá
latente.
Los sucesores de Sànchez
en el gobierno de España, como les ocurrió a sus antecesores, están condenados
a mimar a los catalanes para que Cataluña no se desgaje.
Es el sino de
España. La perpetua oscilación entre la expansión y la fragmentación.
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