Seguramente sería
en agosto de 1385 cuando los que ahora son españoles e ingleses se vieron por primera
vez las caras y, como desde entonces, los españoles salieron perdedores en el
encuentro.
Fue en el campo de
batalla de Aljubarrota, en Portugal, donde por primera vez fueron derrotados
los españoles-castellanos, gracias en parte al auxilio con que el rey portugués
logró de un millar de arqueros ingleses.
Estudiosos de aquel
conflicto consideran decisiva en la victoria portuguesa la intervención de un
cuerpo aliado inglés dotado de un arma excepcional.
Conocido por arco
largo galés, medía 1,80 metros de longitud y lanzaba sus flechas a una
distancia descomunal para la época
Desde entonces, en
todas las numerosas ocasiones en las que ingleses y españoles se han enfrentado
con las armas en la mano, los primeros se llevaron la mejor parte.
Ganaron las armas
españolas algunas batallas, pero perdieron todas las guerras.
De hecho, los
ingleses ganaron todas las guerras en las que participaron, excepto la que
perdieron frente a los ingleses de los Estados Unidos, en el conflicto de la independencia
norteamericana.
Hasta de alguna de
las pocas guerras en las que España se atribuyó la victoria fueron en realidad
triunfos ingleses.
Particularmente decisivo
en la llamada guerra de la Independencia española contra las tropas francesas de
Napoleón fue el cuerpo expedicionario angloportugués de Wellington, que aplasto
al francés posteriormente en Waterloo.
De hecho, los
ingleses nunca perdieron ninguna guerra frente a ejércitos extranjeros mientras
que España nunca ganó ninguna guerra
contra ejércitos no españoles.
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